El regalo: Un antes y un después (Tercera parte)
Fecha: 09/03/2023,
Categorías:
Infidelidad
Autor: DestinyWarrior, Fuente: CuentoRelatos
... gastados en el alisado del domingo, se fueron a la mierda. Don Hugo fue recobrando de a poco sus sentidos y yo percibí un ligero movimiento en mi vientre. Se le estaba endureciendo su pene y me arrepentí de estar así. ¡Tan juntos!
Aparté mi cintura pero al hacerlo una pierna suya se metió en el medio de las mías. Y a pesar del agua fría, sentía el calor y la firmeza de su muslo rozando mi piel. Aquello no podía seguir así. Era demasiada intimidad, pero mis brazos desobedientes, permanecieron allí, rodeando su espalda, aferrándome a él. Tantos años de duchas dadas junto al mismo hombre, un cuerpo tan mojado y conocido, en un principio tan erótico y sensual, baños de tibia agua y de placer deseado y buscado, ahora vueltos tan comunes y distanciados por la rutinaria realidad tan familiar. ¿Cuándo dejamos que se volviera tan monótona y fría? ¿Cómo fuimos dejando que ingresara en nuestras vidas, la calmada indiferencia?
Y bajé mi mirada hasta observar el tamaño de su pene rígido, grueso y de tamaño diferente, color distinto, de un largo similar al de mi esposo y las venas marcando el contorno hasta llegar a coronar la punta de aquel rosado glande. Un cuerpo distinto al que yo me abrazaba, mi maquillaje desvanecido por las gotas, apartando en su constante deslizar, de mi mente la imagen de mí esposo. Sus manos grandes abarcando mi espalda. Una de ellas tomándome de la parte superior, la otra abierta por debajo de mi cintura. Un dedo muy cercano al comienzo de mis nalgas, como ...
... enseñando el camino hacia un destino indebido. Los demás manteniendo ligera presión sobre mi piel. ¡Para no distanciarnos tanto!
En mi interior, un sentimiento empezó a fluir. ¡Placentera sensación de mujer deseada! ¡Angustia! por dejarme acariciar de otro hombre, inadecuado él, vedada yo. Pero me sentí halagada, por aquella virilidad exhibida por estar el allí, conmigo. Don Hugo echó hacia atrás su cabeza, recibiendo en su cara la cascada de agua, abrió su boca y le permitió la entrada. Tomó un sorbo, largo y la lluvia de la regadera escurría por su frente, acariciando su varonil rostro, descendiendo liberados hilillos hasta su boca, mojando aquellos labios antes resecos. Humedecida su quijada y las gotas gruesas, caían como rendidas sobre su amplio pecho. Luego me observó detenidamente, sin sorpresa alguna en su mirada. Una agradecida sonrisa se dibujó vasta, mostrándome su blanca y perfecta dentadura.
—¡Ufff! Gracias Silvia. —Y acercó lentamente su boca a la mía. Entreabierta, húmeda con gotas de agua introduciéndose continuamente en ella, tan mojadas como yo. ¡No! no más besos.
Aparté mi rostro y con firmeza me separé de él. Me di vuelta y salí del escaso espacio de la ducha. Tomé una toalla grande del anaquel inferior y se la alcancé con mi brazo estirado pero sin mirarle, dándole la espalda. Luego tomé otra para mí. Don Hugo permanecía allí de pie sin cerrar el grifo. Embobado escrutando mi cuerpo, de arriba hasta abajo. Me envolví rápidamente en la suave tela ...