Dos sesiones de fotos
Fecha: 10/03/2023,
Categorías:
Hetero
Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos
Todo fue su culpa. Todo porque mi mejor amiga, Lucía, me convenció para que la acompañara a una de sus sesiones de modelaje. Yo ni siquiera quería ir. No soy modelo, como ella. Aunque mucha gente me dice que podría serlo.
Me llamo Sofía, y debo admitir que soy bastante llamativa, si puedo permitirme decirlo. Mis cabellos rubios me llegan cerca de las caderas, haciendo resaltar aún más mi cintura esbelta y realzado trasero. Mi naricita puntiaguda y pronunciada sonrisa, pasan a un segundo plano en comparación con mis grandes ojos verdes. Pero sin duda, mi mayor atractivo son mis tetas.
Me empezaron a crecer en primaria, y con el cuerpecito que tenía yo en ese entonces pronto se hizo evidente su inusual tamaño. Solía avergonzarme por el modo en que los chicos me las miraban. Pero solo hasta el día en el que me di cuenta de que me gustaba que lo hicieran. Sabiendo que todos tenían sus ojos sobre mí, comencé a usar camisetas ajustadas, y sin querer “olvidaba” ponerme sujetador. Todo para ver cómo me seguían con sus ojos por los pasillos, mientras que mis pezones se ponían duros bajo sus atentas miradas.
Pronto me di cuenta de lo mucho que me humedecía pensar en lo que les “pasaba” a ellos mientras admiraban mis cualidades naturales. Tenía que frotarme por las noches para apaciguar los picores que me provocaban sus ojos clavados en mis tetas durante todo el día. Y me excitaba aún más imaginando a mis compañeros de escuela pelándoselas en la oscuridad de sus ...
... habitaciones, recordando mis pezoncitos visibles a través de la fina tela de mis camisetitas.
Creo que justamente por eso nunca me decidí a hacer de modelo, porque sabiendo lo exhibicionista que puedo llegar a ser, tenía miedo de que se me fuera de las manos a la que empezara a desnudarme delante de las cámaras. Y claro, lo que pasó el otro día lo confirma plenamente.
Tan solo entrar en aquel lugar, debí darme cuenta del enredo en el que mi amiga me había metido. Varias chicas prácticamente desnudas paseaban por los pasillos vestidas de la manera más grotesca y atrevida que había visto nunca. Trajes de baño minúsculos de formas rarísimas; vestiditos tan cortos que apenas tapaban algo; y todo tipo de prendas semitransparentes que dejaban entrever los encantos de todas esas modelos despampanantes.
Di media vuelta y me dispuse a salir de allí, pero Lucía, como de costumbre, me arrastró hacia dentro llegando hasta la recepción, donde una mujer con cara de pocos amigos apuntó sus datos. La hicieron esperar en un sofá de piel rojo, y allí me senté yo con ella esperando a que la llamaran. Seguía un poco turbada viendo desfilar a ese particular grupo de féminas medio desnudas.
—¿Lucía… estás segura de que éste es el lugar? —pregunté al fin, justo cuando una morena muy tetona pasaba cerca nuestro, vistiendo una especie de body de piel negro y una boa de plumas rojas alrededor del cuello.
—Claro, Sofía —dijo sacudiendo frente a mi cara un pequeño recorte del periódico—. Ésta es la ...