Dos sesiones de fotos
Fecha: 10/03/2023,
Categorías:
Hetero
Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos
... boca, hasta que también tocó fondo rozando mi garganta. Ahora tenía sus dos grandes pollas dentro de mí, una a cada extremo, y sin poder evitarlo un placer muy intenso recorrió mi columna vertebral desde mi pelvis hasta mi nuca.
Solté un gemido profundo que solo fue apagado por la polla que tenía dentro de mi boca, y sin poder evitarlo mi coño se empezó a contraer, atrapando el gran mástil que tenía enterrado hasta el fondo. Descompuesta por el orgasmo que acababa de tener, empecé un vaivén provocando que esos dos pollones, uno de cada lado, empezaran a entrar y salir de mi interior intermitentemente.
Manuel y Javier también se abandonaron al placer, y agarrándome fuerte por los cabellos y por el culo, empezaron a embestir con ganas cada uno por su agujero. Me estaban volviendo loca de gusto, y ya sin importarme que cualquiera me pudiera oír, empecé a gritar y gemir sin control.
Al cabo de un rato me paré, y por una vez fuí yo quien dió las instrucciones para las posiciones. Empujé a Javier dejándolo tirado boca arriba sobre la cama, y de un golpe me clavé su polla en mi coño, que ya se notaba bastante abierto gracias a la polla de Manuel. Éste se colocó de pie en frente mío y sin perder un segundo engullí su miembro churrupando todos los jugos que se escurrían por él con mi lengua.
Estuve cabalgando a Javier al mismo tiempo que ...
... me comía la polla de Manuel. Fueron unos largos minutos, tiempo durante el cual éste último no cesó de sacar incontables fotos de esa “falsa follada”.
Fue Javier el que se corrió primero, inundando mi pequeño coñito con litros de semen blanco y espeso que pronto empezó a brotar como si se tratara de una fuente. A los pocos segundos fue Manuel quien explotó en mi boca, y como una niña buena intenté tragarme todo sin desperdiciar nada, aunque era casi imposible por la cantidad que vació en mi garganta.
Descansé unos minutos sobre la cama, tiempo que Javier y Manuel aprovecharon para limpiarse y volver a guardar sus pollas, ahora flácidas, dentro de sus pantalones. Me lo agradecieron mientras se despedían de una forma muy profesional, asegurándome que las fotos eran muy buenas y que se iban a vender muy bien.
Me dirigí detrás del biombo y me limpié con unas toallitas húmedas que guardaba en el bolso. Me sentía aún muy calurosa y sonrojada. Me vestí y viendo que había pasado un poco más de una hora me apresuré a salir esperando que mi amiga Sofía no se hubiera cansado de esperar y se hubiera ido.
Cruzé la puerta y allí la vi, esperando en el mismo sofá de piel rojo donde la había visto la última vez.
—Ufff… Sofía —dije resoplando—, ha sido una sesión de lo más dura…
—Ni que lo digas —respondió ella con una sonrisa sospechosa.