1. El regalo: Un antes y un después (Vigésima cuarta parte)


    Fecha: 28/03/2023, Categorías: Infidelidad Autor: DestinyWarrior, Fuente: CuentoRelatos

    ... translucida hasta un palmo por encima de la cintura, muy ajustado a sus caderas, confirmando visualmente las rotundas elevaciones de sus nalgas y terminando en unas ajustadas copas que recubrían sus senos, ya arrullados por un coqueto brassier con transparencias y de negros encajes.
    
    Complementando el ajuar de princesa turinesa, Antonella usaba unas mangas del mismo hilado retorcido, que desde las muñecas los cubrían hasta unos cuatro dedos por encima de los codos, perfeccionada su admirada belleza por aquel peinado irreverente y distinto al del jueves que me recibió. Rizada su azabache melena, labios de fresco melocotón sin brillo, contrastando con la brillantez de su vestido, Ojos bien marcados por un rímel potente y suave rubor mate en los pómulos. Hermosa y encantadora mi asistente. ¡Matadora! Como diría mi esposo si la viera.
    
    —Estas… ¡Preciosísima! –Fue lo único que atiné a decirle–. Menos mal que has llegado, con tanta mirada y comentarios al oído entre las señoras de los socios, me estaba sintiendo fuera de lugar. Debe ser por este vestido tan… ¿Te parece inapropiado?
    
    —Para nada Silvia. ¡Resplandeces como una hermosa estrella! —Me respondió Antonella. Honesta su voz y coqueta aquella mirada con trazas de avellanas.
    
    Don Hugo nos ubicó hablando en medio de las personas que nos colaborarían en la ejecución de nuestras propuestas y pasando su brazo derecho por detrás de mí desnuda espalda, reposó con suavidad, su mano sobre mi cadera diestra y alejándome de ...
    ... Antonella, recorrió el lugar conmigo de su lado, bebiendo él de su vaso de escocés y yo otra copa de champagne. Orgulloso de pasearme por aquella amplia oficina, –tal cual mi esposo me lo había expresado días antes- y lucirme junto a él, para terminar unos metros más allá, dialogando mi jefe con dos de los socios, ellos acompañados de sus aristocráticas mujeres, quienes en italiano hablaban y me miraban mientras lo hacían.
    
    Los hombres adultos con sus ojos puestos en la «V» del escote, o el perfil de seno que se adivinaba bajo la delicada tela, devorando imaginariamente los poros de mi piel y las señoras, simulando una afable sonrisa. No supe de qué conversaban. Aparentemente yo era el punto focal de sus palabras y las risas, y como una idiota solo les agradecía en español sin saber si era ofendida o halagada en italiano. ¡Tal vez era esto último! ¿Pero debido a qué? ¿A mi desempeño profesional? ¿Mi figura latina tal vez? O… ¿A lo atrevido del vestido que les ofrecía tanta piel para fantasear retozando conmigo?
    
    Francesco y su novio, de pronto aparecieron como a las diez de la noche, tomados de la mano y sonriéndole a mi jefe, el apuesto italiano apoyó su brazo por encima de los hombros de mi jefe, para decirle muy confiado y en un perfecto español, como para que yo lo comprendiera todo y diera seguramente el visto bueno a su proposición…
    
    —Bueno Hugo, creo que ya es hora. Vamos a secuestrar unas horas a tu hermosa asistente. La juventud debe buscar ahora un lugar un tanto ...
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