Mi amigo de la infancia
Fecha: 31/03/2023,
Categorías:
Hetero
Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos
En cuanto desperté supe qué día era. Hoy tendría que haber sido el día más feliz de mi vida. Abrí los ojos y lo primero que vi fue el armario donde guardaba mi vestido de novia, vestido que ya no me pondría. Nunca. Me di la vuelta en la cama sin ganas de levantarme. Otra vez. Llevaba diez días compadeciéndome de mí misma, llorando por los rincones sin querer ver a nadie.
Diez días atrás mi prometido vino a casa y me dijo la frasecita de marras :
—Ana, tenemos que hablar.
Cuando se marchó, todos mis sueños se había roto. Y mi corazón. He de reconocer que fue delicado y amable, pero me dijo que creía que nos habíamos precipitado. Que no estaba seguro de dar ese paso y que necesitaba un tiempo. ¡Los cojones! Le eché de mi casa hecha una furia y, en cuanto salió por la puerta, me hice un ovillo en el sofá y estuve varias horas llorando. Lo único de lo que me preocupé fue de llamar a mi madre y mandar mensajes a la familia y amigos comunicándoles la cancelación de la boda. Luego apagué el móvil y me metí en la cama. En los diez días transcurridos solo había salido para ir al baño y abrir la puerta al repartidor de pizzas. Cuando se me acabaron los pañuelos de papel, usé papel higiénico para secar las lágrimas que brotaban incansables y que era incapaz de detener.
Apreté fuerte los ojos intentando dormirme otra vez, así, al menos por unos momentos, no me dolería el corazón. Creo que me había quedado traspuesta cuando una mano en mi hombro me dio un susto de muerte. Me ...
... revolví entre las sábanas para ver a Lucas de pie a mi lado. Lucas había sido mi amigo desde la infancia, desde que a los cinco años coincidimos en el colegio. Compartimos unos años en el mismo centro, luego cada uno tiró por su lado pero nunca perdimos el contacto ni la amistad. Intentábamos vernos todas las semanas al menos un ratito.
Le miré aturdida y pensé en él y en Sole, su novia. Darme cuenta de que mi amigo tenía novia y estaba bien con ella aumentó mi desazón y volví a llorar. Era una egoísta envidiando la felicidad ajena, pero me acurruqué y di rienda suelta a mi dolor. ¿Por qué yo no podía ser feliz? Lucas se tumbó a mi lado y me abrazó. Estuvimos mucho tiempo en silencio, simplemente abrazados. Cuando notó que me calmaba se levantó de la cama.
—Arriba, Ana. Dúchate mientras preparo algo de comer.
—No quiero — respondí como una niña pequeña.
—¡Ja! No sabes cómo hueles. ¿Cuánto hace que no te duchas?
—Déjame.
—Venga, arriba — me arrebató las sábanas con las que me cubría y salió de la habitación —. Estoy en la cocina. Date prisa.
Resoplando me levanté, me metí en el baño y me miré al espejo. El pijama estaba arrugado como si no me lo hubiera quitado en diez días, que era justo el tiempo que lo llevaba puesto. Mi cara era un poema, los ojos rojos e hichados. Tenía el pelo sucio y alborotado en mechones grasientos. Suspiré y me lavé los dientes. Iba a meterme en la ducha cuando sentí que llamaban a la puerta.
—¡Qué! — no estaba nada feliz con ...