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Mi amigo de la infancia
Fecha: 31/03/2023, Categorías: Hetero Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos
... Lucas. Había interrumpido mi festival de dolor y autocompadecimiento. —Bajo a la tienda a por comida. ¿Necesitas algo? —No. Bueno, sí. Papel higiénico. —Vale. Enseguida vuelvo. Tardé un montón en la ducha, no tenía ánimos y me moví con lentitud. Al salir me sequé y me hice una coleta floja para no peinarme. Lucas me esperaba en la cocina con una ensalada y unos filetes ya preparados en la mesa. Me fijé en que había abierto las ventanas. Supongo que no había ventilado mucho últimamente. —¿Qué haces aquí? — le pregunté no muy amablemente. —No contestas al teléfono, ni a los mensajes ni a los correos electrónicos. He llamado varios días a la puerta — así que había sido él —. Al final encontré la llave que me diste para emergencias y he tenido que venir. Alguien tiene que cuidar de ti. Siéntate y come. Resignada hice lo que me pidió. En cuanto empecé con la comida me di cuenta de lo hambrienta que estaba. Devoré la ensalada y dos filetes de ternera antes de levantar la cabeza y mirar a Lucas. Sabía que debía estar agradecida pero no era capaz de encontrar en mí fuerzas para decírselo. Cuando terminamos mi amigo lavó los platos, incluyendo la pila que se acumulaba en el fregadero, luego me cogió la mano y me llevó al salón. Nos sentamos en el sofá y me estuvo contado cosas de su vida. Agradecí que no hiciera referencia a la boda ni a mi novio. Mientras él hablaba yo asentía de vez en cuando sin participar realmente en la conversación. —Bueno, Ana. Tengo ...
... que irme. Esta noche vengo a cenar contigo. —No hace falta. Estoy bien. —Vale, pero como tengo que cenar en algún sitio y ya he comprado comida vendré aquí. —Haz lo que quieras — dije suspirando. —Y limpia un poco — me contestó según se iba. En cuanto sentí cerrarse la puerta me tumbé en el sofá y me quedé dormida. Es increíble cuánto se puede dormir cuando es la única forma de huir de los propios pensamientos. Me desperté un par de horas antes de la cena. Recordé la “sugerencia” de Lucas de que limpiara, pero no tuve las ganas suficientes para ponerme. Me quedé sentada en el sofá viendo la negra pantalla de la tele. Pensé que si la ponía vería gente feliz, sonriente, y decidí dejarla apagada. Lucas llegó más tarde y preparó la cena. Comimos en la cocina y luego vimos una peli en la tele. A los dos nos gustaban las de miedo, así que la vimos muy juntitos para que pudiera agarrarme a él en los momentos en los que la música te avisaba de que algo malo estaba a punto de pasar. Cuando se marchó recomendándome que limpiara me fui a la cama. Lucas fue tan buen amigo como para repetir esto tres días seguidos. Yo seguía completamente deprimida, pero al menos ya cuidaba mi higiene. Lo de limpiar la casa todavía era superior a mis fuerzas. Antes de irse hoy me sorprendió con un paquetito envuelto para regalo. —Es un antidepresivo natural — me dijo poniéndolo en mis manos —. Estoy seguro de que te va a encantar y te va a ayudar a superar esto. Pero tienes que ...