Mi amigo de la infancia
Fecha: 31/03/2023,
Categorías:
Hetero
Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos
... que tenía.
—¿Mejor?
—Sí, mucho. Pero tengo fría la espalda — contesté.
Lucas me dio la vuelta y pegó mi espalda a su pecho. Me sorprendió mucho y me sentí más vulnerable, más desnuda. Sus brazos rodeaban mi cuerpo bajo mis senos. Aún así me relajé sintiéndome mimada dejando que mis brazos flotaran en el agua.
—Oye Lucas — le pregunté sobresaltada —. ¿Qué tengo en el trasero? — Algo duro y caliente me presionaba. ¡Mi amigo se había empalmado!
—No tengo ni idea, ¿será un tiburón?
—Idiota, más bien es una sardinilla, suéltame.
Lucas me volvió a girar para abrazarme de frente, ahora tenía su “sardinilla” en el vientre. Me miraba intensamente con un asomo de sonrisa en sus labios.
—¿Quieres salir? — preguntó con la voz más grave de lo normal.
—Creo que será lo mejor.
—Voy a traerte una toalla.
Me soltó y fue hacia la escalera. Cuando se separó lo lamenté inmediatamente. No quería que ocurriera nada entre nosotros que pusiera en riesgo nuestra amistad, pero me arrepentí enormemente al dejar de sentir sus brazos y su calor.
—Dame otro abrazo antes de salir, porfa — le dije.
Con una sonrisa enorme me estrechó contra su cuerpo y me besó la mejilla. Yo le apreté fuertemente, aunque su miembro presionara mi abdomen. Demasiado pronto se separó y, dándome antes un beso en la frente, salió del agua. Volvió enseguida con una enorme toalla, la abrió junto a la escalerilla y salí para que me envolviera en ella. Me refugié en sus brazos nuevamente ...
... mientras me frotaba el cuerpo sobre la toalla.
—¿No te vas a secar? — le pregunté.
—Solo había una toalla. Al irse mis padres las habrán guardado en la casa. Si no tienes frio siéntate que enseguida vuelvo.
Me senté junto a la mesa envuelta en la toalla, dando la vuelta a una silla para mirar hacia el jardín. Cuando volvió Lucas me sorprendió ver que seguía desnudo. Había supuesto que entró a vestirse, pero venía en pelotas y sin cortarse un pelo. Mis ojos se vieron atraídos por el balanceo de su semierecto miembro.
—Vamos a seguir con tu terapia, Ana. Recuerda que dijiste que confiabas en mí.
—Claro que confío, Lucas, más que en nadie. Pero ¿no podrías taparte eso? — le dije señalando su entrepierna.
—Luego, ahora lo primero eres tú. Toma. Úsalo — me dio el Satisfyer. Ya sabía lo que hacía en mi mesilla.
—¿Ahora? Tú estás mal de la cabeza — me parecía escandaloso que me lo pidiera.
—Ahora. ¿Recuerdas cuando me dejó Natalia?
—Claro, estuviste hecho polvo un montón de tiempo.
—¿Y qué hiciste tú?
—No me acuerdo. Ah, sí — en ese momento me vino a la memoria.
—Sí, me buscaste una amiga tuya para que me acostara con ella.
—La guarra de Marisol, iba conmigo a clase.
—Es verdad, Marisol. Ya no me acordaba del nombre. Luego también me buscaste a otra. Me olvidé de Natalia mucho antes de lo que esperaba, y todo fue gracias a ti. Ahora es mi turno de ayudarte. Así que sigue mis instrucciones y deja de poner pegas — según me aleccionaba mis ojos se ...