1. Mi amigo de la infancia


    Fecha: 31/03/2023, Categorías: Hetero Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos

    ... me daba golpecitos en la cara. Un orgasmo gigante se estaba formando en mi núcleo. La vibración pasó al otro pezón. Yo ya gemía abandonada al placer. El reparo por traspasar la frontera de la amistad con Lucas había quedado en nada ahogado por mi excitación y silenciado por mis gemidos. Notando como llegaba al clímax abrí más las piernas, levanté un poco el pecho para aumentar el contacto de mi pezón con el huevo y abrí la boca. Un suave gemido escapó de mis labios aumentando de volumen cuando el orgasmo arrasó mi cuerpo. Todas las células de mi cuerpo bailaron de goce.
    
    —Aaaaaaaaggggghhhhhhhh…
    
    —Muy bien, Ana. Sigue.
    
    —Aaaaggggghhhhhh.
    
    El placer me llegaba en oleadas potentes haciendo que mi cuerpo se arqueara sobre la silla. Mi cabeza se agitaba haciendo que el pene de Lucas se moviera por mi cara. Se sentía suave y muy caliente. Cuando el orgasmo empezó a remitir mi culo cayó otra vez sobre la silla, aparté el chisme de mi coñito y respiré afanosamente. Lucas apartó el huevo pero dejó su miembro apoyado en mi cara. Sin saber muy bien lo que hacía, entumecida por el placer, giré la cabeza y le di un beso. Luego me aparté asombrada de mí misma.
    
    Mi amigo se arrodilló entre mis piernas y me atrajo en un abrazo. Me colgué de sus hombros. No me importaba mi desnudez ni la provocativa postura en la que estábamos. Solo quería agarrarme a él y no soltarlo nunca. Tenía la cabeza hecha un lío, pero algo tenía claro. El sistema de Lucas funcionaba, jajaja. Me sentía ...
    ... bien, mejor que bien. En ese momento mi ex era un recuerdo lejano. Al final iba a ser cierto que el sexo era el mejor tratamiento contra la depresión.
    
    —Otra vez, Ana — me dijo mi amigo al oído.
    
    —No puedo, estoy muy sensible para el chisme.
    
    —No te preocupes, te lo haré muy suave.
    
    Me sorprendió deslizando una mano entre nuestros cuerpos y acariciando mis labios vaginales. Lo hacía con mucha suavidad y no me molestaba nada, al contrario. A pesar de que me gustaba intenté detenerlo.
    
    —Lucas, para. No debemos — sujeté su muñeca sin mucha convicción.
    
    —¿Por qué?
    
    —Tú y yo somos amigos, no debemos hacer estas cosas.
    
    —¿No te ha gustado? — veía su intensa mirada clavada en mis ojos.
    
    —Claro que me ha gustado, pero somos amigos — insistí —, vamos a joderlo. Además, tú tienes novia.
    
    —No tengo novia — su mano seguía acariciándome dulcemente —. La dejé en cuanto empecé a ir a tu casa. Y no vamos a joder nuestra amistad. Nunca.
    
    —¿Dejaste a tu chica? ¿Por qué? — quizá no era el momento para hablarlo, pero no pude evitar preguntar.
    
    —Luego te lo cuento. Ahora tu terapia.
    
    —Imbécil.
    
    —Gilipollas.
    
    Sonriendo como una idiota, dejé de intentar detenerle. Tampoco había puesto mucho empeña, pero ahora mi mano cubrió la suya que, a su vez, cubría mi coño. Separé los muslos para facilitarle el acceso. Puse mis manos sobre sus hombros y me dejé complacer. Sus dedos eran muy hábiles. Tocaban mis puntos sensibles con suavidad y dulzura. Hasta que cambió de táctica. De ...
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