1. Todo... a un precio o nalgas a plazos


    Fecha: 19/04/2023, Categorías: Anal Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos

    ... oído.
    
    --"¿Qué?, no, eso no, ya sabes, no me gusta la mamada, no insistas por favor, mejor una chaquetita rica, ¿sí papito lindo?", y su boca lujuriosa succionando mi lengua, yo impávido, suspendiendo el faje.
    
    --"¡Ay papi!, ¿qué difícil eres?, te la chupo un poquito, si quieres… pero no termines en mi boquita, ¿sí?", y antes de inclinarse sobre mi: "¿traes pañuelo?, para limpiarme los moquitos, ¿sí?", le extendí mi pañuelo.
    
    Y mientras en la pantalla una pareja caminaba por la hermosa playa –entre palmeras "borrachas de sol" como dijera Agustín el flaco--, desnudos, tomándose de las manos, María se inclinó poco a poco hasta que su cabeza quedó entre mis piernas y sus labios juguetones repasaban el lomo de mi verga erecta, para luego con su lengua acariciar amorosa el glande, luego su boca se abrió para atrapar media verga y así por momentos la gloriosa mamada de esta marrullera chica, hasta que suspendió sus juegos y dijo junto a mi en voz baja: "¿te gustó la mamadita?, ¿sí cariño?, ¡qué rica tranca tienes mi vida linda!, ¡tan grande y tan dura!, ¿quieres más?, ¿otra mamadita rica?, anda, sí, dame lechita, ¡ya la quiero!", masturbándome con la mano de forma delicada y experta: su mano derecha aferrada al tronco subía y bajaba lentamente, sus dedos acariciaban el glande, las bocas pegadas y salivosas, luego de nueva cuenta la mano rodeando la verga bien erecta para subir y bajar en un eterno y a la vez breve paraíso de sensaciones deliciosas, para luego volver a ...
    ... inclinarse hacia abajo y mamar suave, delicadamente, lengüeteando la cabeza, chupando delicioso, hasta que sentí el espasmo de la venida, al momento María se sacó la verga de la boca y siguió manipulando el tronco que palpitaba, "¡qué rica tu verga papaíto lindo de mi vida!, dame mocos, ¡ya los quiero!, ¡échalos!, ¿sí?", suspiré excitado y el chorro de semen escapó impetuoso chocando contra el respaldo de enfrente, y otro y otro más, yo gozando y ella frotando con fuerza la verga, como queriendo arrancarla de mi cuerpo, hasta que nuestros labios se juntaron ansiosos y los alientos cálidos se hicieron uno solo; alcanzamos a oír a la señora de atrás que se levantaba diciendo enojada: "¡par de chamacos calientes!, ¡pervertidos!, ¡no se cómo los dejaron entrar al cine!, ¡pervertidos!, ¡los reportaré a la gerencia!", y apresurada se cambió de butaca.
    
    Momentos después, cuando ella se había limpiado el semen de la mano y arreglado la blusa abierta me dijo mirando a la pantalla: "¿sabes?, mejor nos vamos, no me gustó la película", y salimos del cine, yo preguntándome "¿cuál película, si ni siquiera nos enteramos del título".
    
    El chiquito en prenda
    
    El sábado siguiente, a media mañana, entré a la biblioteca de la Universidad luego de algunos años de ausencia y me sorprendí con aquella transformación, ¡había computadoras!, y todas ¡conectadas al Internet!; "ya casi tenemos todo el catálogo en la red", me dijo una señora de enormes chiches orgullosa de aquellos cambios. Así las cosas ...
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