El regalo: Un antes y un después (Final)
Fecha: 06/05/2023,
Categorías:
Infidelidad
Autor: DestinyWarrior, Fuente: CuentoRelatos
... casi me llegaba, reconocía las vibrantes ondas, ramalazos de urgido placer obtenidos desde tan niña; aquella corriente de electricidad recorriéndome las piernas, desde los muslos hacia arriba. Tremor carnal que me indicaba que estaba por llegarme mi deseado orgasmo, pero nos olvidamos de alguien, del otro comensal y este con sus palabras que percibí como justos reclamos, nos contuvo. ¡Apartando de mí la excitación!
…
—Creo que ya ha sido suficiente. ¿Pues qué carajos es lo que pasa? ¿Tanta demora? ¡Si quieren me visto y me voy! —Y es que escuchaba yo con bastante claridad, las desbocadas respiraciones en aquella sala, por supuesto no era una de ellas, la mía. Yo estaba en calma, pero imaginaba las de Martha, entrecortada la de su esposo y los gemidos por años tan conocidos por mí, de mi esposa.
No veía, pero si sentía y olía. Escuchaba y sin ver, yo sospechaba. Era obvio que Martha y Silvia habían tomado la decisión de embelesar a Hugo, hacerlo entrar en mayor confianza asegurándose de que fuera el ganador y eso no estaba tan mal. Sin embargo también yo me sentía incómodo, raro y mi disimulada angustia no parecía haber sido tomada en cuenta. Mi situación personal dejó en algún momento de la velada, de ser primordial para ellas dos.
—¡Alto, Hugo! Basta ya. Creo que es suficiente y Rodrigo tiene razón. Debemos escuchar tu respuesta y darle la oportunidad a él también. —Escuché a Martha hablar, un segundo después de que mi pulgar derecho empezara a introducirse por ...
... debajo de la tela que me evitaba ver. Ese comentario bastó y me detuve, apartando mi mano, permaneciendo a ciegas. Sin embargo si Hugo no fallaba en su respuesta, yo sería claramente el perdedor.
—Ehhh, ¡Miel y Banano! Un delicioso postre servido en el vientre y en medio de tu deliciosa vagina. ¡Ángel mío! —Y su deseado ser alado, que era también mi amor entregado, respondió en seguida, aún con su respiración entrecortada y mi corazón simulando un instrumento de percusión, empezó a golpear con mayor ritmo desde el interior mi pecho.
—Pufff… Si cariño, eso es correcto. ¡Ganaste! —Y de inmediato escuché de nuevo aplausos, risas de ellos tres y yo, retirándome aquel pedazo de tela negra de mis ojos, palmee el hombro de mi contrincante, en claro mensaje de mi aceptada derrota.
Dejé pasar unos momentos para que mis pupilas se acostumbraran de nuevo a la mediana claridad del salón. Y me puse en pie, ante la mirada asombrada de mi esposa que sentada sobre la mesa de mármol, seguía allí estática, cubriendo con su brazo derecho la desnudez de su pechos y el izquierdo sobre la rodilla de su pierna cruzada sobre la otra; las mejillas rojas como un par de tomates y pequeñas góticas brillantes de sudor en su frente, en las aletas de su hermosa nariz y claro está, del cuello hacia abajo, en el canalillo que se formaba por la compresión del antebrazo sobre sus senos.
Martha estaba ya al lado de su marido, sentada sobre el descansa brazos del sofá, retirándole el pañuelo azul con ...