El regalo: Un antes y un después (Final)
Fecha: 06/05/2023,
Categorías:
Infidelidad
Autor: DestinyWarrior, Fuente: CuentoRelatos
... pregunté a los tres y de Martha solo obtuve por respuesta un prolongado gemido y el apretar de sus dedos sobre el borde del espaldar. De Silvia su rostro feliz, y alrededor de su boca embadurnada de flujos y saliva, una sonrisa de complicidad y picardía. Y de Hugo un… —Creo que ya está bien–. Y tras decirme eso, él me cedió su lugar.
Derramé sobre mis dedos, abundante liquido de aquel ingrediente natural, lubriqué con mi pulgar su oscurecido agujerito y luego introduje con suavidad mi dedo índice, una vez dentro Martha lo apretó. Mi otra mano bajo su cadera izquierda ejerciendo presión hacia arriba, luego dos dedos pude introducir y frotar sus paredes, entre algún ¡Ayyy! de dolor y un gemido más placentero, ella se acostumbró y colaboró echando su culo hacia atrás.
Con mi verga humectada y lubricada, mi glande apoyado ya sobre su lubricado orificio y a punto de comenzar, le dije a mi esposa…
—Silvia, llévate a Hugo a otro lugar por favor–. Y dándome un beso en la boca, le tomó de la mano pero sorpresivamente Hugo se opuso.
—¡No Mi ángel! Debo estar aquí y verlo. —Y dándome una palmada por aprecio y rendición en mi hombro, terminó él por decir… —¡Es que necesito aprender a hacer gozar a mi mujer!–. Y permaneció abrazado a su ángel, que era mi también mi amor.
Martha con un pequeño esfuerzo se empinó y parte de mi pene la penetró, quietos los dos por un momento, disfrutando de su estrechez, dándole a ella tiempo para asimilar en su mente y en su cuerpo lo que yo ...
... sin pedir, el destino me ofreció. Ella pronunciando un extendido ¡Aghhhh! y yo trenzando su melena con mi mano, finalmente le pregunté…
—¿Cómo te sientes preciosa? —Y la mano blanca de dedos largos y finos con su alianza matrimonial destellando brillos dorados, se posó sobre mi vientre y a continuación de un gemido, me dijo…
—Sigue precioso, que estoy muy bien. —Y proseguí con lentitud sintiendo ensanchar su interior y a la vez, latir las venas de mi verga, bombeando con fuerza mi corazón y Martha con su cadera adelantada por segundos, atrasada instantes después, en un rítmico movimiento me encendió y empujé un poco más.
Un ahogado gemido y alguna frase que no entendí escaparon de su boca. —¿Qué dijiste preciosa?–. Pero Martha con su boca abierta no me pudo responder y fue mi esposa la que me dijo… —¡Que quiere que se lo metas ya! Todo completo, mi amor–. Y terminé por jalarla del cabello y penetrarla lo que faltaba.
Y me uní a su agitado movimiento, con su esposo a nuestro lado observando sin perder detalle y Silvia acariciando la espalda sudorosa de una Martha ya sometida. Yo con mi boca entrecerrada, apretando dientes y abriéndola posteriormente, tan urgido de oxígeno, resbalándose mi falo ya sin esfuerzo, en aquella virginal cavidad y gruesa gotas de sudor bajando por mi cuello.
Gemidos, jadeos, un… «¡Jueputa!, que apretadita estas» de mi parte y un mordisco de mi boca a un lado de su cuello, hasta que un —Ya me viene. ¡Ufff! Qué deliciaa… ¡Aughhh!— y que ...