1. Cuerdas sobre mí


    Fecha: 04/06/2023, Categorías: Dominación / BDSM Autor: Fd, Fuente: CuentoRelatos

    ... insoportable.
    
    Esperaba un reproche en lugar de eso él se acercó tomó mi mano y depositó un tierno besó, chupó mis dedos heridos, sacó una crema de uno de los cajones y la unto por la zona.
    
    —Era una misión imposible, sólo quería probar tu obediencia. En un futuro no debes obedecer las órdenes que te pongan en peligro. Aunque un poco de fuego no hace tanto daño, ya verás cuando use la cera de esas velas sobre tu cuerpo.
    
    Enseguida él tomó la caja de cerillos, encendió uno y terminó e hizo lo mismo que yo intente hacer, necesito de otros dos para poder encender todas las velas.
    
    Dejó los cerillos dentro de uno de los cajones, sacó una delgada y fina cuerda.
    
    —Tus manos detrás de tu espalda mi cachorrita.
    
    Mis manos lo obedecieron al instante que la orden salió de su boca. Se acercó a mí, hizo un círculo pequeño con la cuerda frente a mis ojos. Lo ajusto un poco haciéndolo cada vez más pequeño, por último lo puso sobre mi pezón derecho y estiró los extremos de la fina cuerda.
    
    Sentí dolor cuando apretó el nudo, un suave beso lo calmó, hizo el mismo proceso del otro lado.
    
    Cuando estuvieron tal como él quería jalo la cuerda arrancando pequeñas punzadas en mis pezones. Un calor se extendía desde ellos y viajaba por todo mi cuerpo.
    
    Fue y se sentó en la banca junto a la cama. Yo permanecía de pie tal como él me había dejado. Trataba de no moverme. Él me miraba y con esa sola mirada me hacía desearlo.
    
    No me importaba el dolor punzante en los pezones. En ese ...
    ... momento yo era su lienzo y estaba dispuesta a dejar que hiciera una obra de arte en mí.
    
    No sé de donde saco la pluma, solo sentí lo suave que estaba cuando empezó a acariciar mi cuerpo con ella, mis cosillas, mi abdomen, mis piernas, la espalda, mi culo…
    
    Luego el contraste de sus manos, esos dedos expertos que hacían arder mi piel a su paso. Deposito varios besos sobre mi cuerpo pero el que más recuerdo fue el del ombligo.
    
    Tomó el tazón con las fresas, escogió la más roja, la más madura, la más grande de todas, se veía exquisita y se antojaba morderla.
    
    Cuando se acercó a mí boca, lo hice instintivamente, estaba dulce y jugosa, un poco de su jugo resbaló por mi mentón.
    
    Él se dio cuenta y lo limpio con su lengua.
    
    Solo me dejo darle una mordida, el resto se lo comió él mirando mis ojos.
    
    Sentí envidia de esa fresa, yo deseaba en ese momento ser una fresa para disfrutar de sus labios.
    
    Pareciera que me leyó el pensamiento.
    
    Me enseñó que los besos tienen un lenguaje propio y que las caricias siguen sus propias veredas.
    
    Su lengua reconoció casi por completo cada centímetro de mi piel, por más que yo deseaba su boca entre mis piernas no tocó para nada esa zona dejando mis bragas en su lugar, dejando mis ansias crecer, jalaba la cuerda de vez en vez provocando un instante de dolor que se fundía con la suavidad de sus labios sobre ellos.
    
    Estaban tan sensibles cuando terminó que cualquier roce de su lengua o dedos me hacían reaccionar.
    
    —Quiero que me ...