Ocurrió en el sur
Fecha: 11/06/2023,
Categorías:
No Consentido
Autor: campillo, Fuente: CuentoRelatos
... que fuera una cualquiera.
Yo había aprendido que cuando se quedaba parado, me cogería por la boca a fondo, pero cuando se despatarraba en el sillón, quería una mamada suave sobre la cabeza solamente. Se repantigaba en el sillón con sus piernas abiertas y me miraba expectante:
-A ver señora, venga y ocúpese de su amigo-, solía decirme, y yo, obediente, me arrodillaba entre sus piernas, desprendía su pantalón y sacaba su miembro que tomaba en mis manos mientras se lo chupaba suavemente acariciándolo con la lengua.
El daba sus órdenes, pero siempre en esos casos quería que mi atención fuera en su cabecita:
-A ver cómo lo lame-, me dijo una vez y yo, saqué la lengua y lo lamí prolijamente, deteniéndome a hurgarle la boquita como sabía que le gustaba.
–Así, así-, me dijo emocionado y yo, deteniéndome un instante apelé a él: –Se bueno, te hago lo que te gusta pero no me acabes en la boca-, le pedí cariñosamente, mirándolo. Me sonrió, me acarició la cara y enseguida me llenó la boca de leche, que yo tragué obediente.
Otras veces su orden era distinta:
-Chúpeme solamente la cabeza y agárremela… míreme señora.
Yo obedecía rodeando la cabeza de su pija con mis labios que cerraba, mientras lo miraba implorando que no me eyaculara en la boca. Era inútil. ¡Cómo disfrutaba ese hombre! El placer lo volvía loco y se acrecentaba cuando lo obtenía violentando mi voluntad y golpeándome. Ya lo veía venir, sabía cuándo se volcaría, conocía el sabor de su leche y aprendí a ...
... tragarla rápido, como un remedio desagradable.
Había ido aceptando todo, de a poco, convencida de que era la voluntad de Marcelo y que a mi marido le parecería bien. Así pues, Félix acababa en mi boca dos veces por semana como mínimo, cuando no todos los días, aunque había días que repetía después de descansar un poco. Para qué decir que Marcelo jamás lo encontró mal y alguna vez lo comentaron en casa: Mi marido le preguntó cómo le iba; Félix estaba agradecido a Marcelo, por su generosidad de entregarme para que él no sufriera insatisfacción y por el alivio que significaba; repasaban en detalle todo lo que ocurría entre nosotros, sin vergüenza ni respeto. Nadie se percataba de mi, ni le importaba mi opinión, mi sufrimiento o no.
En una de esas charlas con Marcelo, estando yo presente, Félix le comentó lo bien que había estado yo ese día y lo delicioso de mi servicio, que dos veces le había hecho acabar tragándome todo sin ensuciar; Repasaba los detalles más sucios sin inmutarse al tiempo que elogiaba mis habilidades, y mi marido lo escuchaba atentamente con gesto aprobatorio. Pero tras estos elogios, Félix le planteó que le gustaría tener una experiencia más cercana conmigo. Me avergonzaba que hablaran de mi de esa manera, y más en mi presencia. Marcelo se encrespó y yo me aterroricé. Félix hablaba y hablaba, pero no definía claramente lo que pretendía, daba vueltas y vueltas. Poco a poco fue explicando que en realidad lo que pasaba era que me la quería meter, a lo que ...