1. El blues de La Sirena Azul


    Fecha: 15/06/2023, Categorías: Dominación / BDSM Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos

    Cuando llegué a casa de nuevo, apenas podía creerme todo lo que había sucedido. Aturdida todavía por los recientes acontecimientos, fui directamente a la ducha y me refugié bajo el agua caliente. No podía olvidar los ojos azules de Sonia, capaces de ejercer un dominio sobre mí que yo no conseguía comprender y que me aterrorizaba y me excitaba por igual. No podía olvidar el sabor de su coño, cuyos jugos había bebido esa mañana por segunda vez. No podía olvidar sus caricias ni sus azotes, como tampoco podía olvidarlo mi enrojecido culo. No podía olvidar el momento en que vi a Elena, desnuda y a cuatro patas; ni cómo, siguiendo las órdenes que me daba Sonia, había azotado, humillado y sodomizado a mi compañera de piso. No podía olvidar la traviesa lengua de Elena en mi coño ni la expresión de absoluto placer que la chica puso cuando Sonia la penetró con su enorme arnés. No podía olvidar cómo me había follado a Elena mientras esta le comía el coño a Sonia, ni la manera en que la sumisa aulló de placer cuando se corrió entre espasmos.
    
    Arrastrada por los recuerdos gemí y advertí no sin sorpresa que había comenzado a meterme los dedos, llevada por la lujuria. Incapaz de contener el torrente de excitación que corría por mi interior desde aquella primera noche en casa de Sonia, me masturbé hasta alcanzar un fuerte orgasmo.
    
    Cuando salí de la ducha, con el cuerpo envuelto en una toalla y el cabello recogido con otra más pequeña, me encontraba mucho más tranquila. Todavía me ...
    ... preocupaba cómo iba a ser mi reencuentro con Elena cuando esta regresase al piso, pero ya no me importaba tanto como antes de la ducha. Desde que había conocido a Sonia mi vida era un viaje de locos, así que decidí que lo mejor sería que aprendiese a disfrutar del viaje y de todas las curvas que este me tuviese reservadas. ¿Qué tenía que perder?
    
    Regresé a mi habitación mientras me secaba el pelo y, cuando abrí la puerta, descubrí con sorpresa que Elena aguardaba sentada sobre mi cama.
    
    —¡Elena! —exclamé azorada—. No te he oído entrar.
    
    —Estabas en la ducha —dijo la aludida, toda simpatía—. Yo sí te oí a ti.
    
    Ambas nos quedamos inmóviles y en silencio, mirándonos una a otra sin saber qué hacer o qué decir.
    
    —Elena, yo...
    
    —Antes de que digas nada, tengo algo para ti de parte de... de ella.
    
    Roja como un tomate me tendió una pequeña bolsa que cojí muerta de curiosidad. Estuve a punto de dejarla caer a causa de la impresión cuando, al mirar dentro, encontré un collar de perro y una correa. Tan impresionada estaba que tardé en advertir que también contenía una nota. La cogí con una mano y la leí con absoluta perplejidad.
    
    Elena ahora te pertenece, como tú me perteneces a mí. Disfrútala.
    
    Sonia.
    
    —Elena, ¿sabes lo que es?
    
    —Sí.
    
    —Y, eh... —Por más que lo intentaba no conseguía encontrar las palabras adecuadas—. Tú...
    
    —Sí.
    
    Miré a mi compañera de piso, tan dulce y encantadora, y no pude evitar recordar de nuevo lo sucedido hacía solo unas horas. Con la ...
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