1. El blues de La Sirena Azul


    Fecha: 15/06/2023, Categorías: Dominación / BDSM Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos

    ... fáciles.
    
    Su coño devoró con ansia la fruta, de tan empapado como estaba. La folló con rabia y sin ningún miramiento, pero, lejos de quejarse, la sumisa tan solo daba muestras de disfrutar cada vez más. Molesta con el gran placer que demostraba Elena me puse a su espalda, la hice inclinarse y, tras levantarle el vestido, azoté su culo con tanta fuerza que al sexto azote Elena no pudo resistir más y se derrumbó al suelo con las piernas temblando.
    
    Fue como un jarro de agua fría para mí. Aterrorizada ante lo que acababa de hacer fui capaz de recuperar el autocontrol y me arrodillé ante ella con un nudo en la garganta, temiendo haberla lastimado.
    
    —¡Perdona, perdona! No sé qué me ha pasado, Elena. Yo no quería...
    
    La sumisa se abrazó a mí y me besó. Su lengua violó mi boca y advertí con asombro que su excitación era todavía mayor que al principio.
    
    —Más —suplicó Elena—. Ama, por favor, necesito más. No pares, necesito más. ¡No pares, te lo ruego!
    
    Dicho esto se puso a cuatro patas, colocó el rostro sobre el suelo y usó las manos para abrirse el culo, de forma que sus dos agujeros quedaron expuestos ante mí. Sus muslos estaban empapados a causa de los fluidos que expulsaba su excitadísimo coño. Me arrodillé tras ella, embadurné dos dedos en la humedad de su coño y los hundí en su apretado culo, lo que le hizo lanzar un pequeño quejido. Sin embargo no protestó más y pronto mis dedos entraban y salían de su ano mientras con la otra mano, en la que sostenía el plátano, ...
    ... me dedicaba a follar su coño encharcado. Elena se corrió entre gritos de placer, gritos tan fuertes que estaba segura de que los habría escuchado la mitad de la finca. A punto de explotar a causa de la excitación que yo misma sentía me tumbé sobre las toallas que todavía descansaban en el suelo y, entrelazando las piernas con las de mi sumisa, comencé a restregar mi coño con el de ella. Pocos minutos después era yo la que gritaba de placer mientras tenía un orgasmo brutal.
    
    Ambas quedamos en el suelo, abrazadas sobre las toallas y sobre nuestros propios fluidos. Elena reposaba su cabeza sobre mis pechos mientras yo acariciaba el bonito cabello rubio de mi sumisa. Si ella había disfrutado siendo humillada y maltratada, yo no lo había hecho menos dándole semejante trato. ¿Qué decía eso de nosotras, de mí? ¿En qué me estaba convirtiendo y por qué tan solo podía pensar en que quería más y más?
    
    Con una sonrisa traviesa pensé que tendría que hacer otra visita a Sonia para agradecerle el regalo que me había hecho.
    
    Desde que recibí el regalo de Sonia, las cosas cambiaron mucho en el piso. Lo que hasta entonces había sido una relación cordial entre dos compañeras de piso se convirtió a partir de ese día en una relación mucho más profunda entre una Ama y su sumisa o, como a Elena le gustaba que la llamase, mascota. Si bien al principio tuve cierto reparo en usarla, poco a poco me fui habituando a la idea de tenerla a mi completa disposición y nuestros encuentros se hicieron más ...
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