1. El blues de La Sirena Azul


    Fecha: 15/06/2023, Categorías: Dominación / BDSM Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos

    ... piernas, señal de que estaba muy excitada, y, tras un último beso, me aparté de su pecho, que quedó cubierto de saliva y enrojecido a causa de mis atenciones. Elena, sin que fuese necesario que le dijese nada, se apartó a su vez.
    
    —Con esto estamos en paz —dije con una inocente expresión destinada a ocultar mi travesura—. Puedes irte a tu habitación, pero que no vuelva a repetirse.
    
    Ana, excitada como estaba, me miró desesperada y se mordió el labio.
    
    —Por favor, no me dejéis así —suplicó—. Nunca había estado tan excitada. No sé qué me has hecho, cabrona, pero, por favor, acaba lo que has empezado.
    
    —Suplica. —Esbocé una sonrisa malévola y me aparté un mechón de cabello pelirrojo del rostro—. Si quieres que te trate como a una perra, al igual que hago con Elena, tendrás que demostrarme que lo eres. ¡Suplica te he dicho!
    
    —Por favor, Emi, trátame como a una perra.
    
    Abofeteé su rostro, la cogí del pelo y, con mi cara a escasos centímetros de la suya, la miré.
    
    —Me llamarás Ama, perra.
    
    —Ama, por favor, úseme como su perra. Úseme como usa a Elena y le prometo que jamás conocerá mayor entrega, obediencia y sumisión que la mía.
    
    Abrí las piernas y empujé su cabeza hacia mi entrepierna. Su lengua, ansiosa, me devoró. Junto a ella Elena observaba el espectáculo y sonreía, feliz por la entrega de nuestra compañera de piso. Le hice un guiño cómplice, satisfecha porque mi plan hubiese salido tan bien, y obligué a Ana a apartarse de mi coño. Su ...
    ... boca estaba cubierta de mis jugos y sus ojos, dos ojos repletos de vicio y perversión, me miraron suplicando más. Me levanté y la hice ponerse a cuatro patas en el suelo, de manera que sus generosas ubres colgasen libres. Situada tras ella y sin soltarle el pelo introduje dos dedos en su coño virgen, un coño que chorreaba de tan cachonda que estaba, y se lo follé con dureza, lo que le arrancó no pocos gritos de placer. Cuando estaba a punto de correrse me detuve, saqué los dedos y los chupé.
    
    —¡No! —trató de volver la cabeza para mirarme, pero mi mano tiró de su pelo y lo impidió—. No, Ama, por favor, no me deje así —su voz se tornó en sollozo de tan grande que era su desesperación.
    
    —¿Qué eres?
    
    —Una perra —respondió sin dudar.
    
    —¿A quién perteneces?
    
    —A usted, mi Ama. Solo a usted.
    
    Volví a meterle los dedos y en esta ocasión no me detuve hasta que se corrió, mientras su coño escupía chorros de fluidos que dejaron el suelo empapado. Ana, por su parte, se abrazó a mí envuelta en sollozos de alegría.
    
    —Gracias —dijo mientras me cubría de besos—. Gracias, gracias, gracias.
    
    Elena se unió a nosotras y allí quedamos las tres, desnudas sobre la bestial corrida de Ana y abrazadas. Yo no podía dejar de pensar en todo lo que iba a divertirme ahora que tenía no una sino dos sumisas a mi disposición. De aquella niña tonta y tímida que conoció Sonia unos pocos meses antes, no quedaba ya ni rastro. Ahora era Emi Scarlett, y el sexo lo era todo para mí. 
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