1. El regalo: Un antes y un después (Decimoquinta parte)


    Fecha: 28/06/2023, Categorías: Infidelidad Autor: DestinyWarrior, Fuente: CuentoRelatos

    No era frecuente que Silvia y yo discutiéramos y menos aún, que ella con sus ofensivas palabras me sacara fácilmente de quicio, pero esa vez lo había logrado. Mi paciencia tenía un límite y ella lo estaba cruzando, no supe si lo hacía por gusto, pero ciertamente lo ejecutaba a ciegas. ¿Y de mi amor por ella qué? Me estaba cansando de luchar solo, por mantenerlo sobre mis hombros a flote. En algo más de ocho días el destino nos había puesto a prueba. ¿Quién entre ella y yo vencería y cuál de los dos caería?
    
    Terminé por avanzar unos dos pasos hacia la terraza que ofrecía unas cómodas sillas para disfrutar la suave brisa de aquel atardecer. Retiré por el espaldar una de ellas dispuesto a acomodar mi trasero, pero por detrás de mí, unas suaves manos alcanzaron mis ojos, cubriéndolos y a su vez, en lugar de causarme asombro o dejarme perplejo, logró con su infantil gesto, hacerme sonreír.
    
    La fragancia de su aroma, la tibieza de su piel y un absurdo pero gracioso… ¡Adivina quién soy! de su delicada y tierna voz, acompañado por sus labios humectados, empalagando con su viscoso brillo mi mejilla izquierda, cambió mi enojo por una súbita alegría.
    
    —A ver, dije yo. —Déjame adivinar… Hummm, no tienes las manos frías y rugosas, por lo tanto no eres mi abuela. Y eres alta, así que no puedes ser una caperucita roja. Tu perfume a rosas frescas, jazmín, canela y… ¿Duraznos? Ese te podría delatar. La verdad que no sé quién eres, pero de lo que si estoy plenamente seguro es que no ...
    ... eres mi enojada esposa.
    
    Martha las retiró de mi rostro, y despeinando mis cabellos con ambas manos, se colocó en frente de mí para darme otro beso en la mejilla huérfana de su labial. Estaba preciosa, opacando con su belleza, los arreboles de aquel atardecer. Su cabellera húmeda todavía y peinada ella por la mitad, con aquellos rizos sueltos, casi lisos desde la raíz hasta la mitad y de allí, más o menos a la altura de sus orejas hasta las puntas, caían oscilando por la brisa, sus iluminados bucles castaños.
    
    Su angulado rostro levemente maquillado, dejaba percibir una miríada de pequeñísimas pecas cafés que le otorgaban un aspecto muy juvenil. Para nada demostraba estar tan cercana a los cuarenta. Y el tinte en sus ojos, mezcla perfecta de caramelo, miel y rasgos verdes, con sus brillos chispeantes que tanto me encantaban, los destacaba sin necesitarlo obviamente, con los parpados sombreados de fucsia, acrecentando en mí, el gusto por observarlos. Un negro rímel, otorgaba a sus pestañas el volumen necesario para hacerlos percibir más grandes. Bajo su recta y respingada nariz, los labios delgados, brillantes y perfectamente delineados, de un rosa suave casi pálido, rivalizando con el esplendoroso magenta sobre sus ojos, como invitando a besarlos más tiernamente que con excedida pasión.
    
    —¡Tu abuela! ¿Ehh? ¡Y de caperucita no tengo ni siquiera la capa, aunque puede ser que alguno que otro lobo si me ronde! Jajaja. —Y se sonrió.
    
    —¿Así que con tu esposa están disgustados? ...
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