1. La caída de Elena


    Fecha: 28/06/2023, Categorías: Dominación / BDSM Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos

    ... uno más grande que el anterior y con el pene más largo y bulbo más grueso.
    
    Terminado el trabajo de los perros, la criada desató a Elena, le quitó el tapón de la vagina y la mordaza, le trabó las muñecas y los tobillos al collar y le colocó un separador de piernas dejandola ante mi mientras retiraba los perros. Me expliqué qué pretendía la criada cuando vi los borbotones de semen canino que resbalaban por los muslos de la esclava procedentes de su abierto culo. El rubor de Elena era el mayor que he visto nunca.
    
    De regreso, la criada tumbó a Elena ante el viejo paralítico que no había hecho más que masturbarse durante toda la sesión, le insertó un embudo en la vagina y, mientras ella orinaba en la cara de Elena, el viejo intentaba acertar con su chorro en el embudo, cosa que asombrosamente logró.
    
    Cuando destrabó a Elena de su separador de piernas y le quitó las gomas de las tetas que habían hecho efecto amoratándolas por falta de riego sanguíneo y la esclava sufría fuertes dolores por el regreso del riego, le azotó sobre ellas con una fusta de caballo. Elena se retorció aullando como una loca.
    
    - La goma del clítoris te la puedes quedar de recuerdo, cerda.
    
    Le ató otra vez la cadena al clítoris y condujo al patio de la casa. Con el clítoris también amoratado, el dolor del peso de la cadena era insufrible para Elena, quien se aferró a ella para disminuir el peso pero fue reprimida con otros tres fustazos en cada uno de sus ultrasensibles pechos. En medio del patio ...
    ... la criada soltó de golpe la cadena que obtuvo la buscada respuesta de Elena en forma de alarido. Allí tomó una manguera y la bañó con agua helada a presión.
    
    - No diga tu Amo que no se te devuelve limpita.
    
    Así terminó aquella sesión de uso humillante de una esclava. Bueno, no terminó del todo para Elena, le habían dejado un diabólico regalo de efecto retardado. Cuando su marido, ya en el coche, le retiró la gomita que atenazaba el clítoris, el retorno del riego sanguíneo hizo que el viaje hasta su casa fuese una pesadilla para ella.
    
    A los dos días me volvió a llamar porque su Amo me había citado para conocerme, me dictó la dirección donde debía acudir y allí me presenté en el día y hora justa de la cita. era una gran casa solitaria en las afueras de la ciudad, similar a la del paralítico a quien se había cedido a Elena días antes. Me abrió la puerta el marido de Elena, que estaba desnudo salvo una argolla que le rodeaba la polla por detrás de la bolsa escrotal. Me invitó a acompañarle a una gran sala de suelo de mármol donde se encontraban varias personas desnudas o casi. Además de Elena, que estaba sujeta por cuello y muñecas a un cepo de madera de cara a la puerta, se encontraba su hija Eva, a quien yo conocía de años atrás y que exhibía impúdicamente una gran barriga de preñada, quizá de unos ocho meses. Como sabía por Elena que estaba casada y que ella y su marido eran quienes la habían conducido a aquella situación, me fijé en que el dedo anular de su mano derecha ...
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