Conociendo a Juanita
Fecha: 28/06/2023,
Categorías:
Hetero
Autor: Ber, Fuente: CuentoRelatos
... medias y acaricié a mi gusto sus piernas. Escurrí una mano desde su rodilla, avanzando bajo la falda y sobre la tela de sus pantaletas, toqué el pequeño montículo que tenía y había sido la causa de asustar definitivamente a sus pretendientes. Con el índice masajeé el pico de su erección y juanita lanzo un grito seguido de gemidos que acusaban un orgasmo continuo y enterró sus uñas en mi espalda una y otra vez al compás de sus oleadas de placer. La nena estaba lista para ser desflorada. La besé en la boca y la cargué para llevarla a la cama sin separar nuestros labios. Con ternura la deposité sobre la sábana y comencé a quitarle las únicas dos piezas de ropa que le faltaban. Mi lengua recorría desde el periné hasta la punta de su penecito, pues ese clítoris terminaba en un notorio glande. Me desvestí sin dejar de chuparla y ella no dejaba de jadear. Me monté sobre su cuerpo y la besé, le metí las manos bajo la espalda y las deslicé hasta sus nalgas. ¡Qué banquete de caricias me estaba dando y qué receptiva estaba Juanita que besaba queriéndome comer!
–¡Haz lo que tienes que hacer! –me suplicaba y sus piernas rodeaban a mi cintura. “Eso es lo que deben hacer las vírgenes, ¡enterrarse la verga solas, hasta el fondo!, que no haya el más ligero dolor para enturbiar su pasión”, me decía a mí mismo.
Con mi verga, seguí el camino que había recorrido con la lengua y sentí las uñas de Juanita enterrándose en mi espalda en el momento que nuestros glandes se frotaban humedecidos ...
... con mi presemen. Bajé otra vez para hacer el mismo viaje por el camino, pero mi verga fue capturada por su deseo de ser mujer y se la clavó completamente agarrándome de las nalgas para que no pudiera salirme, me presionó más con las piernas, volvieron sus manos hacia arriba y sentí otro ardor en mi espalda provocado por sus uñas, justo cuando mi verga rompió su himen.
Me moví cada vez más rápido, tal como me lo exigía su deseo y sus orgasmos vinieron en catarata hasta que Juanita aflojó el abrazo y quedó exhausta. Di tres viajes más y me salí para vaciar los chorros de semen sobre su vientre. Al sentir el líquido en su pelambre, el ombligo y algunas gotas en sus tetas, trató de abrir los ojos para ver lo que había ocurrido. Le bastó un flashazo para darse cuenta y sonreír, pero volvió al nirvana contemplativo de sus propias sensaciones.
Volteé a ver su clítoris y estaba tan yerto como mi pene. Le cubrí las piernas con la cobija y la dejé dormir. Me fui al baño a curar como pude las heridas que dejaron los rasguños en mi espalda. Mientras las plaquetas hacían su trabajo recogí los trastos y apagué el calentador de la sala, luego llevé la ropa de Juanita a mi recámara y me acosté a su lado para besar sus chiches y su cara. Me di cuenta que ella había esparcido mi semen en su pecho y vientre. Me acarició la cara y dijo “Fue más maravilloso que mi sueño. Fuiste un caballero al no eyacular dentro de mí, ni tiempo tuve de solicitar que te pusieras condón”. Me besó amorosamente ...