Conociendo a Juanita
Fecha: 28/06/2023,
Categorías:
Hetero
Autor: Ber, Fuente: CuentoRelatos
... bocabajo y se abrió las nalgas. Yo le lamí el ano dejando en él suficiente saliva. Traté de meter un dedo y ella dio un pequeño grito de dolor. Volví con la lengua metiéndola hasta donde me lo permitían mis músculos y ahora intenté abrirlo con mi glande. Fue inútil, ni eso pudo entrar sin evitar su dolor.
–Deja ponerte crema o aceite –le dije y me levanté por el frasco de lubricante que había estado esperando esa oportunidad hacía mucho tiempo.
Ella vio el lubricante que traje y se volvió a poner en posición. comencé a ponérselo después de besarle y lamerle las nalgas, además del periné.
–¡Ah, ya estás preparado para esto! Tienes lubricante a la mano… –me señaló Juanita al darse cuenta que el frasco aún tenía el sello de garantía intacto.
–Jaj, jaj, jaj. Me gustaría decir que lo compré para usarlo contigo, pero desgraciadamente fue hace tiempo que tuve una amante tan buena de nalgas como tú y que cuando se lo intenté meter por allí ella se negó “¡No, Román, me estás violando!”, me gritó, así que me detuve y le prometí que para la siguiente tendría un lubricante. Desgraciadamente, ya no hubo siguiente.
–Pues yo ya dije que sí, y espero que no duela tanto con eso –me contestó esperanzada.
Le puse el aceite a Juanita como marcan los cánones: primero metiendo un dedo, luego dos y por último tres. Tuvo un poco de dolor, pero ya lo esperaba. Después le fui metiendo la verga poco a poco, deteniéndome a que se acostumbrara cuando me lo pedía, hasta que entró ...
... toda. Nunca se me bajó la erección pues sus nalgas son muy hermosas y ella aguantó para cumplirse a sí misma el ser estrenada de ahí también por el mismo hombre. Me fui moviendo poco a poco y la tensión de ella cambió a placer, hasta disfrutarlo a gritos. Flexionó las rodillas para que sus nalgas subieran y pudiera entrarle más hondo el pene. “¡Está rico, Román, vente en mí, vente!”, me gritaba y yo la complací… Sin sacársela, descansamos de cucharita hasta que se le salió. Me levanté para hacer el desayuno, pidiéndole que siguiera acostada. Le traje un jugo de naranja, unos huevos tibios condimentados como me gustan a mí y café. Puse la charola en la mesa de cama después que se acomodó y empezó a comer. “¿Así las tratas a todas?”, preguntó sonriendo. “No, pero veo que sí debería hacerlo”, contesté.
Al terminar de desayunar, llevé los platos a la cocina y los lavé, pidiéndole antes que se metiera a bañar. “Te espero allá adentro”, me dijo. “Sí, también en el baño quiero estar adentro…”, le contesté dándole un beso en la frente. Al regresar, después de haber metido una toalla más para ella, me metí a la ducha, le enjaboné la espalda, bajé a sus nalgas y le metí la punta del jabón en el culo. Ella se agachó pidiéndome implícitamente que la penetrara por atrás, lo cual hice sin tanta dificultad. Cuando estaba bien atornillada la enderecé y le enjaboné su conchita y con dos dedos me puse a darle jalones a su pene al mismo ritmo que le daba por el culo. Seguramente los vecinos ...