1. Conociendo a Juanita


    Fecha: 28/06/2023, Categorías: Hetero Autor: Ber, Fuente: CuentoRelatos

    ... como ahora –expresó y yo puse una cara de sorpresa tremenda a la que seguramente se me añadió un gesto de duda y temor al preguntarme de cuál tipo sería Juanita, porque yo, yo sí sabía que me gustaba, ¿o no?
    
    –¡Mira qué cara pusiste…! No te alarmes tanto, querías saber por qué no tengo quién cuente mis estrellas y sueños, ¿o no? –dijo divertida– pues seré franca, aunque te advierto que casi nunca hablo de esto, y menos con alguien a quien acabo de conocer, pero es importante en este caso –condescendió.
    
    –Gracias por la confianza, pero si lo prefieres podemos dejarlo para otra ocasión –condescendí también.
    
    –No. Así está bien, me servirá de terapia. Cuando nací, el obstetra dijo que yo era mujer, pero cuando tocó el turno al médico pediatra les dijo a mis padres que, a reserva de más elementos y exámenes que haría durante mi desarrollo, tenía también órganos masculinos –expresó Juanita quebrando un poco la voz, lo que me dejó estupefacto. Ella se dio cuenta de mi asombro y continuó–. A los dos años, no sin muchas dificultades sobre mi comportamiento, optaron por educarme como si fuese una niña.
    
    –¿Y…? –empecé a preguntar, seguro de que esa era la explicación final que me daría Juanita sobre el porqué no tenía a nadie a su lado, pero interrumpió de inmediato el cuestionamiento.
    
    –…Y acertaron –concluyó–, aunque sólo en parte –dijo mirándome con fijeza para estudiar mi reacción–. Durante muchos años yo crecí sintiéndome niña, mis padres descansaron cuando ocurrió mi ...
    ... menarquía, aun así, los médicos me hicieron estudios y declararon que todo aparentaba que era una mujer fértil. En ese momento pasé a ser completamente mujer para ellos. En el bachillerato tuve novios, pero en los escarceos, cuando me calentaba mucho, por ejemplo, con los besos donde jugueteaban las lenguas y con las inevitables caricias sobre los senos o los glúteos, mi pequeñísimo juguetito se endurecía.
    
    –¿Tu juguetito? –pregunté espontáneamente.
    
    –Así le digo a mi clítoris, que se endurece y crece como el tamaño de un dedo meñique –explicó y continuó de inmediato–. El problema fue que cuando más excitados estábamos e intentaban acariciarme la vagina por encima de mi ropa, los chicos se encontraban con una protuberancia, aunque no tan notoria y grande como la de ellos, y no pocas veces sentí en mis piernas o en mis manos cómo se desinflamaba de golpe su erección y se cancelaban sus ganas de continuar el morreo.
    
    –Jaj, jaj, jaj… –reí, también de manera espontánea, imaginando la escena de la cara de susto de sus parejas.
    
    –Sí, es para reírse, y yo también lo haría si no es por lo mal que me sentía al verlos marcharse de inmediato, sólo uno con un pretexto, pero a ninguno volvía a verlo. Me evadían, no volvían a dirigirme la palabra o en su casa me negaban la comunicación telefónica. Lo peor fue que algunos llegaron a correr rumores con los compañeros de grupo que yo era hombre. ¡Me sentí destrozada y juré no volver a hacerles caso a los hombres! –exclamó antes se ...
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