Conociendo a Juanita
Fecha: 28/06/2023,
Categorías:
Hetero
Autor: Ber, Fuente: CuentoRelatos
... conocido restaurante de postín para nuestra próxima cita. “No, no acostumbro esos lugares, prefiero que vayamos a las taquerías de San Cosme, si a ti no te molesta, claro”, replicó y acepté de buen grado prometiéndole que le hablaría después para ponernos de acuerdo. “Anoche soñé varias cosas y en la mañana decidí hacerte una propuesta que te diré después. Espero tu llamada”, me dijo en tono que picó mi curiosidad. “Bueno, hasta entonces”, le dije dándole yo el beso en su mejilla, pero ella movió levemente la cara para que las comisuras de nuestros labios se juntaran. Nos reímos y me fui al auto y ella metió el suyo a la cochera.
“¡Ese culo va a ser mío!” dije en voz alta en cuanto me alejé de allí y pensé en que no debería mostrarme ansioso ante ella para lograrlo. Pero el destino y su devenir lo marcaba Juanita con su franqueza...
El sábado siguiente la recogí en su casa, fuimos a cenar tacos donde ella dijo, los cuales estaban riquísimos, más acompañados de un tepache helado y no sentí malestar alguno. Nada que ver con la cena que yo había propuesto. Caminamos más de un kilómetro de regreso para recoger mi auto ya que lo dejé en un estacionamiento retirado del lugar, pensando en cruzar de ida y vuelta La Alameda Central con ella del brazo. De regreso nos instalamos en una banca frente a la fuente.
–Cuéntame qué soñaste –la exhorté para transitar de manera natural hacia el punto de su propuesta.
–Hubo de todo, pero lo peor fue revivir cada momento de los ...
... romances truncados por mi “amiguito” al excitarme. Todo se replicó en mi memoria, en orden y uno tras otro, hasta el último rompimiento, pero siguió uno más a quien no pude reconocer, pero que no se fue y, además, me hizo mujer; yo estaba feliz de sentirlo tan real y creo que me asusté porque desperté sudando y tallándome el sexo –yo escuché e imaginé su ápice lleno de flujo haciéndose una chaqueta con dos o tres dedos –. Me maldije por haber cerrado los ojos en mi sueño ante tanta felicidad y no haberle visto la cara al fulano que me dio esa dicha, ¡aunque fuera en sueño!–... Dijo con los ojos llorosos, pero con una sonrisa amplia.
Me quedé en silencio, crucé las piernas para esconder mi turgencia motivada por lo directo de su relato. “¡Vaya!”, exclamé y miré hacia el reloj de la Torre Latinoamericana. Quedé acompañándola en su silencio. Al poco rato, ella me tomó de las manos, me miró a los ojos para solicitar mi atención a las palabras que vendrían, las cuales ya esperaba por su claridad acostumbrada: ahora vendría su propuesta.
–¿Estaré tan mal donde sueño cosas así? –me preguntó, echando por la borda la seguridad de mi línea de razonamiento.
–¡Vamos, Juanita, no estamos mal porque soñemos con fantasías sexuales! –dije, pero más bien para mí, para justificarme por haber soñado a sus nalgas mamando un penecito. Cerré los ojos y sin abrirlos continué hablando–: es usual, es más, estará muy mal quien no tenga ensoñaciones de esa índole.
–¿Tú las tienes? ¿Son frecuentes? ...