Eran las tres de la mañana
Fecha: 28/06/2018,
Categorías:
Infidelidad
Autor: Maduro Salido, Fuente: CuentoRelatos
Eran las tres de la mañana, como en la canción, y yo estaba conectado a internet viendo páginas bastantes subiditas de tono, por no empezar siendo grosero mencionando lo que realmente eran. En cualquier caso, me había excitado y me estaba masturbando en el salón de mi casa, cuando oí la llegada de mi hija y me asaltó, como otras veces, la misma duda: ¿cierro las pantallas o me guardo el miembro? No entiendo mis propias dudas, está claro que lo primero es guardar el miembro y después, con toda tranquilidad, cierras las páginas con el botón derecho y pulsar cerrar grupo. Para ello, aunque es bastante inevitable cuando visitas páginas porno, es mejor tener abiertas un montón y, así, no tienes que cerrarlas de una en una.
Como quiera que sea, cuando mi hija llegó al salón, yo ya estaba “correctamente” escribiendo el trabajo que nunca acabo, pero que siempre abro por si tengo que representar el papel de padre responsable que trabaja hasta altas horas de la mañana, igual que hago ahora mientras escribo este relato.
Ni a mi esposa ni a mis hijos se les ocurre preguntar por lo que estoy escribiendo y, mucho menos, interesarse por leer lo que está en la pantalla, afortunadamente. Decía que se acercó mi hija y vi que iba acompañada de una de las amigas que, en ocasiones, trae a dormir a casa. No quiero negar que, a mis cuarenta y seis años, me atraen las amigas de mi hija, cuando comprobé que un par de sus amigas tenían una pareja de pechos bastante más generosos que los que yo ...
... había podido disfrutar a lo largo de mi vida y, por supuesto, bastante más duros y turgentes que los que me había estado beneficiando en los últimos años.
La amiga que acompañaba a mi hija es una chica de casi metro ochenta y no debe pesar ni los cincuenta kilos, rubia de ojos azules y poco pecho. En definitiva; la típica modelo andrógina de moda, aunque últimamente un poco menos de moda, al fin y al cabo, la anorexia está mal vista. De hecho, sabía por mi hija que su amiga estaba haciendo sus pinitos en el mundo de la moda como modelo y ya salía anunciando trapos en una revista juvenil y en un catálogo de Zara o Mango, no recuerdo bien, todo ello para gran satisfacción de mi hija y sus amigas, o eso parecía y, lo más sorprendente, sin asomo de envidia.
De hecho, creo que consideraban que las características físicas de esa niña le conducían a ese trabajo como algo absolutamente natural. Por otro lado, la niña tenía un carácter francamente adorable y sin ningún atisbo de soberbia. Con todo, no era mi tipo, nunca me había sentido atraído por ella porque, aunque no negaba que era atractiva, la veía como una nena, en definitiva, como me hubiera gustado ver al resto de “amiguitas” de mi hija o a las “novietas” de mi hijo, en lugar de haberme masturbado multitud de veces pensando en ellas y a su salud.
Después de darme el parte de guerra de la noche de viernes sucintamente subieron a sus habitaciones. Oí como hacían uso del baño y, al rato, todo quedó en silencio. En un par ...