Ella: El viaje y el calentón
Fecha: 23/07/2023,
Categorías:
Sexo con Maduras
Autor: Hansberville, Fuente: CuentoRelatos
... untando el cuerpo en crema protectora, brazos, piernas, abdomen. Lo hacía muy despacio, disfrutando de un auto-magreo que le hacía sentir placer. De repente decidió empezar un nuevo ataque:
-Disculpa, ¿te importa si hago topless?
-No, para nada –dijo él –es más me vas a alegrar la vista.
Ella se desabrochó el sujetador por detrás y lo terminó de sacar por la cabeza. Sus preciosos pechos quedaron al aire. Eran blancos y con unos pezones rosados siempre apuntando hacia arriba. Se untó crema protectora por las tetas, se las cogía con las manos y se las sobaba mientras suspiraba. Miraba lascivamente al socorrista. Él ya no se cortaba en mirárselas:
-¿Qué te parecen? ¿Te gustan? –preguntó Ella con maldad.
-Riquísimas. –Contestó él con deseo.
-Mmmmm... –Suspiró la mujer complacida.
La mujer dejó escapar un suspiro mientras se tiraba de los pezones hasta provocarse dolor. Cerró los ojos y se tumbó. Sus pezones estaban endurecidos y ella caliente como una perra. Su vagina le ardía y las braguitas de su bikini empezaban a estar mojadas. La sensación del rasurado vaginal incrementaba la sensibilidad lo que hacía que su excitación fuera en aumento.
Durante todo el rato no pudo pensar en otra cosa que no fuera sexo: ¿como la tendría el socorrista?, ¿follaría bien? Sí, vale tendría solo veinte años y ella cuarenta, pero ese morbo de tirarse a alguien mucho menor le podía. Sí, se podría hacer ese regalo prohibido. Solo quería echar un polvo con aquel niñato. Pero ...
... ¿y si él no quería?, al fin y al cabo él la vería como una pureta. Vale, estaba muy buena y era guapa y salía en la tele, pero ¿eso sería suficiente morbo para él? Todo esto rondaba su cabeza lo que hacía que le fuera imposible concentrarse en su libro.
A la una de la tarde lo había decidido. Le dejaría una nota y esperaría a ver que pasaba. Cogió una de sus tarjetas y escribió por detrás, luego se puso el sujetador, se envolvió en su pareo y se cubrió con su pamela. Se acercó hasta él. Él bajo de la silla alta, ella le dio la tarjeta y se fue contoneando su casi 1,80 de altura hasta el comedor.
SI QUIERES PRACTICAR ESFUERZO TE ESPERO EN MI HABITACIÓN, ESTARÁ ABIERTA.
Abajo ponía el número de la habitación. Él se quedó perplejo, mirando como se alejaba la presentadora moviendo un culo realmente espectacular.
Durante el almuerzo, la periodista, se colocó delante de la televisión del restaurante para seguir los informativos de su cadena. No se podía concentrar, miraba el reloj insistentemente y se preguntaba si no se habría arriesgado demasiado con esa tarjeta. Estaba nerviosa, este comportamiento impulsivo no era propio de ella. Subió a su habitación y decidió darse una ducha. Mientras seguía pensando en sexo. Se había apoderado de ella un apetito sexual inusual y deseaba hacerlo. Deseaba un polvo salvaje, nada de cursilerías, ni amor, ni romanticismo. Quería echar un polvo que la dejara bien satisfecha. Le ardía la vagina, los pezones se le endurecieron. Necesitaba ...