1. Mi turno


    Fecha: 02/08/2023, Categorías: Infidelidad Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos

    ... conversaciones previas al encuentro.
    
    Me encanto volver a abrir los botones de mi camisa, ante el espejo, despacio, dejando tiempo a los chicos para impacientarse. Apareciendo ante mí de nuevo mis tetas, objeto de deseo para ellos, que parecían más hinchados que nunca, como preparándose para que pudieran ser disfrutados por unas manos que nunca lo habían hecho. En ese momento me di cuenta que mis manos estaban acariciándolos, haciéndome suspirar con el mero roce de mis dedos sobre mis abultados pezones. Mis manos bajaron por mi tripa hasta llegar al botón del vaquero, soltándolo, relajando la tela en su presión en mis piernas, en mi cintura, en mi culo, haciendo que la presión sobre mi sexo también se relajara. Sin doblar las piernas, como si los espectadores estuvieran ya en el espectáculo, me deleite bajando los pantalones lentamente hasta los tobillos, viendo en el espejo de nuevo, como un espectador más, como mis nalgas se abrían para dejar visible la tira del tanga, que en la parte más cercana a mi sexo, se introducía entre mis labios, ligeramente al ...
    ... inclinarme.
    
    Me incorporé, y sentándome en la cama termine de desnudarme para empezar a ponerme la ropa interior.
    
    Al bajar el tanga, noté como la humedad que lo impregnaba, hacía que se enrollara sobre sí, terminando cayendo al suelo hecho apenas una bolita. Despacio, fui subiendo las medias, deslizándolas por mis piernas y ajustándolas en mis muslos, acariciando ahora con mis manos sobre el fino tejido, no parando en el borde, para seguir acariciando hasta mi entrepierna, notando lo caliente y húmedo que estaba mi sexo. El tanga, apenas cubría mis labios, que estaban sonrosados en ese momento. Como si de un ritual se tratara, coja el sujetador de la cama, y me lo coloque, viendo como claramente mis grandes areolas sobresalían de la copa, dejando el pezón apenas escondido y las cintas de raso sujetaban ambos senos, dando una imagen de lo más sensual. Me subí a mis tacones, negros, de hebillas plateadas, a juego con las cadenas del tanga. Para cuando me cubrí con el batín, el cinturón no pintaba nada, decidí dejarlo abierto. Era el momento, el momento de bajar. 
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