1. El regalo: Un antes y un después (Vigésima parte)


    Fecha: 06/08/2023, Categorías: Infidelidad Autor: DestinyWarrior, Fuente: CuentoRelatos

    ... señora. No has pensado que la culpa también puede estar en tu jefe. Qué tal que el hombre la tenga descuidada… ¡Que sé yo! Por temas de trabajo, sus viajes o por lo que sea y… ¿Qué de pronto tu jefe sea «mal catre» y un «polvo de gallo»? Porque según me cuentas, su mujer es hermosa y bastante atractiva. ¿No es así? —Le pregunté sin demostrar demasiado interés para no despertar sospechas.
    
    Mi esposa no respondió de inmediato, respiraba ya un poco más agitada, manteniendo cerrados los párpados y yo no sabía si era porque en su mente, desfilaban eróticas escenas que yo desconocía; o las de aquella tarde en el baño del hotel, con su jefe desnudo y mi esposa, según ella, a medias. Tal vez yo comenzaba a elucubrar ideas malsanas y su estremecimiento era provocado por mis dedos, que acariciando sus pechos, en círculos con mis pulgares sobre sus aureolas, los aceitaban. De pronto fuera el disfrute recibido por mi inconsciente manera de pellizcarle los rosados pezones, tan erectos y brillantes. ¡No supe a qué atenerme!
    
    —Aghhh, mi vida… que rico. ¡Pufff! Me tienes ardiendo de ganas. —Y entreabriendo sus ojos, Silvia me miró con deseo y humedeciendo sus labios con la punta de su lengua, me dijo…
    
    —Amor, en serio que no tengo ni la más remota idea, si mi jefe «picha» mal o rico. ¿También quieres que le pregunte sobre eso o mejor lo compruebo? ¡Jajaja! —Sonriendo me respondió. ¿Tan solo bromeando? ¿O no?
    
    —Pues si tú quieres… ¡Porque no me consigues el número telefónico de la ...
    ... esposa y yo también hablo con ella y pruebo! Así después tú y yo cruzamos información. ¿Te parece? —Le contesté también medio en broma.
    
    —Ha-ha-ha. ¡Qué más quisieras mi amor!… Pero si mi vida, tienes razón de que algo de culpa debe tener él. Porque si en su casa es igual de frio y distante como usualmente era en la oficina, pues quizá con el sexo sea igual. —Y encogiendo Silvia sus hombros, le restó importancia a su comentario para dedicarse completamente a su primordial interés.
    
    —Sigue así mi cielo. ¡Siiiií! Wow… Que delicia. ¡Pufff! Estoy mojadita. ¿Me das un masajito allá abajo, de esos ricos que me sabes dar con los dedos y tu boca? —Me dijo con esa sonrisa suya, mezcla de picaros anhelos y aumento de la lujuria por la estimulación que ejercían mis dos manos sobre sus hermosas tetas.
    
    —Aún es temprano, espera un poco termino con esto. No te apures que aún falta entregarte el regalo que te envió Almudena, mi cliente y me toca… ¡Empacártelo! —Le dije, en el mismo momento en que mis manos abrían sus piernas y comenzaran ellas, a estremecerse con el recorrido cálido y deslizante del aceite sobre sus muslos, de adentro hacia afuera, a lo largo hasta sus rodillas y después levantar una, para rodearla con mis dos manos ejerciendo posteriormente leve presión sobre su pantorrilla y extender el masaje hasta sus pies, friccionando el talón, su palma y entre abriendo sus dedos para frotarlos con dulzura y dedicación a cada uno de ellos. Ascender de nuevo, lentamente hasta rozar ...
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