Y finalmente... ella y tu regalo (Tercera parte)
Fecha: 13/08/2023,
Categorías:
Infidelidad
Autor: DestinyWarrior, Fuente: CuentoRelatos
Cuando salí de aquel bar esa noche, “El Puertas” ya no estaba. Apuré mis pasos para conseguir llegar al piso, unas calles más hacia el sur. Nada más entrar recibí una notificación en el móvil…
—¡No me esperes despierto! —Leí en la azulada pantalla. Dudé en responder, aunque al final le escribí… —¡Por supuesto que no lo haré!
De inmediato lo apagué y lo dejé esquinado sobre la mesita de noche, cargando batería. Equivocadamente, pensé que con apagar el móvil sería suficiente; dejarían de llegarme sus mensajes. Lastimosamente para mí, esos «vídeos» ya los tenía pre-visualizados en mi mente. Aquellos besos y sus intensas miradas, sus declaraciones de afectos y deseos de consumar, estaban ya revoloteando desde antaño en mi interior. ¡Se había rebobinado el reproductor de vhs!
¡Que mentira! Claramente dormir para mí, no era la primaria elección. ¡Respirar! Sí. ¿Desaparecer? No. Mi matrimonio, mis hijos, mi estabilidad emocional. ¿Qué hacer? ¿Cómo continuar? ¿Fingir? ¿Cambiar? Las manos a mi cabeza, halando el cabello, friccionando mis sienes, sorbiendo por mi nariz. De nuevo aquellas sensaciones de decepción y de abandono, que se atoraban entre las costuras de una herida vieja, aquella que creía ya sanada.
Me senté al borde de nuestra cama, en silencio. Tan solo dejé fluir mi llanto, desvestí así entre dolores, mi pesada armadura. ¿Valiente? ¡Nahh!, un cobarde condescendiente fui aquella noche. Al menos alcancé a llegar a mi hogar, para masticarme solitariamente mi ...
... aflicción y no dar espectáculo en la calle. Silvia volvía a caer en la misma telaraña que nos había separado un prolongado tiempo, aquella ya lejana y angustiosa madrugada en Bogotá.
Nuevo país, mismas estrategias. Pero no, no era una traición como la de antes. Distintos eran los motivos, tan idéntico mi pesar. ¿Venganza? O la fortuna de Silvia, el que yo cayera con mi rubia tentación, para que ella tomara la decisión de desagraviar mi falta, al lado de un jefe nuevo, similar a la pasada vez. Y yo creyendo que había dejado, –ochos días atrás– en tablas la partida.
¡Iluso! Ahora la Dama en audaz jugada, había tomado en el tablero, una posición privilegiada. Tenía la afilada espada pendiendo sobre el cuello de su… ¿Antiguo Rey? Recordé cuan juvenil y delicada era antes. Yo la protegía escribiendo románticos conjuros y mi corazón lo anteponía por escudo. Una apetecida joya, que debilitada un día se resbaló, –no supe cómo– de mis manos y al intentar recogerla en pedazos, me cortó las venas con sus traidores cristales.
Regresé a la sala, para terminar recostándome en el sofá, abrazando dos retratos que tomé de la pared. Una fotografía de Silvia sonriente junto a mí, el día de nuestra boda. Y en la otra imagen, los dos, tomando de la mano cada uno, las pequeñas y regordetas de nuestros adorables hijos. ¿Otra cerveza para no cerrar los ojos? O… ¿Mejor un cargado café para no dormir? ¡Puff! Decisiones, como aquella canción de Rubén Blades. ¡No! no quería cerrar mis pesados ...