Y finalmente... ella y tu regalo (Tercera parte)
Fecha: 13/08/2023,
Categorías:
Infidelidad
Autor: DestinyWarrior, Fuente: CuentoRelatos
... rojo encendido también.
—¿Deseas tomar algo antes de empezar? —Le pregunté.
—¿Tienes aguardiente? Lo que están tomando ustedes no es de mi agrado. Me gusta algo que haga arder mi garganta. —Respondió mi rubia cómplice.
—¡Pero por supuesto! espera un momento voy a la cocina que lo tengo enfriando en el congelador. —Y las deje allí, a solas.
Cuando regresé con la botella de aguardiente y una copa adicional, en la sala estaba Paola rodeando a Silvia, acariciándola, palpándole las nalgas y mi esposa se dejaba, sus mejillas coloradas, la boca entreabierta, su respiración agitada y recibiendo adicionalmente las vibrantes ondas del juguetico sobre su vulva.
—¿Estas acalorada preciosa? —le decía la rubia a la castaña. Acercando al oído su boca, calentándola con su aliento.
—¡Respóndeme! Le habló con sobrada autoridad a Silvia. —Esta respondió con un sí prolongado, entre excitada y temerosa.
—¡Nene, dame ese trago de una vez! —Y le alcancé a Paola la copa. Lo bebió por completo, de una sola vez.
—Ahhh, que delicia de “guaro”. ¡Sírveme otro! —Me ordenó. Llené la copa nuevamente y mi rubia se acercó hasta el centro de la sala, donde permanecía Silvia en pie.
—¡Vamos a ver qué tal besa tu casta esposa! —sentenció de forma picaresca. Y de forma muy sensual juntó sus rojos labios con la boca de mi mujer. Silvia no demoró en abrir su boca buscando la cálida humedad. Paola se apartó levemente, pero enseguida su lengua empezó a recorrer el exterior de los labios de ...
... Silvia, los humectaba de su saliva y mi mujer jadeaba, exteriorizando su éxtasis. Las manos de Paola tomaban posesión de un seno, delicada pero firmemente. La otra sostenía la mandíbula de mi esposa.
— ¡Humm, que rica boquita de puta te gastas! Haber, saca esa lengüita que te la quiero chupar, anda ¡Dámela! —Y mi mujer se la ofreció, sin resistencia.
Paola la introdujo en su boca, para luego sacarla y enfrentarla con su lengua, jugando entre las dos, enroscándose una sobre la otra. Hasta que finalmente, abrazándose las dos, se besaron apasionadamente, juntando sus cuerpos, donde se observaba la diferencia de altura. Mi rubia le sacaba más de media cabeza a mi esposa. Para ese momento yo estaba empezándome a excitar, con aquella escena.
—¡Anda Nena! Pero que rico besas, ¡Humm! Mira como me has hecho mojar. —Y Paola entonces tomo la mano de Silvia y la llevó hasta su humedecido coño, para dejarla allí un instante.
—¡Aja! vamos a ver que nos encontramos por acá. —Y Paola deshizo el nudo del satinado cinturón y fue apartando los costados de la bata. Silvia colaboró y moviendo un hombro primero y enseguida el otro, le ayudó a mi rubia Barranquillera, a despojarse de la negra tela. Esta delicada prenda cayó a sus pies, vencida por la gravedad y el deseo de aparecer desnuda ante su desconocida amante.
—¡Mira que téticas tan preciosas y erguidas te gastas! Y estos pezones tan duritos y parados… ¿Para quién son? —Se hizo un silencio momentáneo. Mi esposa no respondía la ...