La cerecita
Fecha: 29/08/2023,
Categorías:
Infidelidad
Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos
... - resopló sudoroso Gerardo, con la polla bien metida en el juvenil coño y los huevos aplastados contra el culo de Andrea. Dió un par de golpes para encajarla aún más - ¡Aaaaaaah, que coño más rico! - Súbitamente, salió por completo de Andrea y, agachandose, empezó a darle besos en la dolorida vulva, que junto con su ano, había dejado en estertores.
- Ay, pobrecito, *muac* que mal rato has pasado, ¿eh? *muac* Jajajaja - se reía Gerardo entre beso y beso. Le abrió la vagina con los dedos y, tras escupir dentro, le dió un par de largos lametones desde el culo hasta el clítoris - Hala, así, que no se diga que no te cuido -
Retomó su posición anterior, y tras apoyar la punta del cipote sobre la raja, le agarró de las nalgas por debajo, tiró de ella y empezó a introducir su grueso pene de nuevo.
- ¡Aaaaaaah! - gritaba Andrea
- ¡Aaaaaah, qué bien que te entra ahora! - dijo Gerardo, mientras le metía la dilatada polla poco a poco hasta el fondo, para sacarla de nuevo y seguir así, cadenciosamente.
Después de un buen rato de metidas lentas y cuidadosas, el coño se habituó al descomunal tronco, dandose un poco de sí. A partir de ahí, Gerardo empezó a incrementar la fuerza de sus topetazos, imprimiendo cada vez más fuerza a sus caderas, a la vez que agarraba con más fuerza el culo de Andrea hacia sí.
- ¡Ay! ¡Ay! ¡Ay! ¡Ay! - gemía esta a cada empujón.
- Ya te gusta, ¿eh, puta? - inquirió Gerardo, sudando como un cerdo, observando el rostro de placer de Andrea, que ...
... se derretía de gusto sintiendo una vez y otra como la polla salía completamente para ser enterrada hasta el fondo, con un excitante sonido mantecoso.
- ¡Ay, sí! Ay! Ay! Me...gusta... mu..ay! Mucho! ¡Ay... que dolor... más rico!
Gerardo sufrió un latigazo de placer que le sacudió el cipote, y se dió cuenta de que iba a correrse irremediablemente
- ¡¡¡Puta, me corro!!! ¡¡¡Puta, me corroooo!!! - gritó. Y, haciendo un esfuerzo y metiendo más a fondo que nunca su cipote, este empezó a escupir chorros de semen, llenando aún más, si aquello era posible, la vagina de Andrea.
- ¡Ay, qué calentito me estás llenando! - gimió Andrea, mientras oleadas de placer le subian desde el coño hasta la punta de sus cabellos, a la vez que sentía su vagina atiborrarse de la ardiente leche.
Gerardo permaneció unos segundos disfrutando de los últimos latigazos del orgasmo y de sentir su polla bien enterrada en la intimidad de Andrea. Después de considerarse satisfecho, procedió a salir poco a poco de esta, regodeandose ante la visión de ver como, a medida que su monstruoso miembro se retiraba y dejaba hueco, los regueros de espesa lefa se escurrian de la raja de Andrea a borbotones y, tras recorrer el culo, se acumulaban manchando la mesa.
Se restregó la polla contra las piernas de Andrea para limpiarse lo gordo de los restos de semen que cubrian su miembro, y se la metió, aún muy voluminosa, en los calzoncillos.
-Yo no entiendo esa moda gilipollas de correrse en la cara de las ...