1. Cambio


    Fecha: 08/09/2023, Categorías: Dominación / BDSM Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos

    ... te quería, y me quería...
    
    –¡Y un cuerno! Me engañaba contigo, y ¿cómo fuiste capaz de presentarte ante mí con esa pinta de mosquita muerta? ¡Zorra! Y pensar que me sentía atraída por tí. ¡Vibora! ¡Hija de puta!
    
    –¡Escúchame Nora! Reflexiona y mira en tu interior todo lo que has vivido conmigo.
    
    –¡Una mentira! ¡Un engaño! Zorra, sal del coche.
    
    –Piensa, reflexiona...
    
    –¡Sal del coche de una puta vez!
    
    Leo me miró con ojos de cariño, se desabrochó el cinturón, abrió la puerta, salió del coche con su bolso y cerró la puerta. Arranqué inmediatamente. Dolida hasta el fondo de mi corazón. Engañada por mi difunto marido y vuelta a engañar por su amante. ¡Y yo que creía estar viviendo un renacer tras el dolor!
    
    Volví a mi casa. En silencio todo el rato, sin música, sin interés por casi nada, sólo atenta a no tener un accidente. Noqueada por completo. Casi no me lo podía creer, mas de un mes follando con la amante de mi marido sin saberlo. ¡Qué bien se lo habría pasado la muy puta!
    
    ¡Qué cabrón fuiste, Juan! Engañarme con otra y no sólo eso sino que enviármela después de muerto para ¿para qué? No sé qué me duele más si tus cuernos o la mentira de Leo, me siento doblemente engañada. Cornuda y apaleada. Y lo peor es que tu amante me ha hecho vivir de nuevo y descubrir cosas que no conocía y me negaba a conocer. Eso no se hace.
    
    Llegué y me fui directamente a la cama, presa de un llanto nervioso. Continuamente me preguntaba ¿de verdad me ha pasado esto a mí? Ni ...
    ... siquiera deshice las maletas. Por supuesto no podía conciliar el sueño y tuve que recurrir a la química en forma de pastilla para dormir.
    
    A la mañana siguiente, el dolor de cabeza que tenía no me dejaba hacer nada. Vegeté como pude. Traté de escuchar música, en balde. Intenté cocinar, imposible. Un baño de espuma tampoco me relajó. La imagen de Juan y Leo era recurrente.
    
    En un momento dado reparé en las maletas: la mía y la de Leo ¡Tenía su maleta! Claro, cómo no me dí cuenta antes. Ahora al dolor de los cuernos y la mentira se unía el malestar por haber obligado a Leo a bajarse de mi coche ¿cómo habría vuelto a su casa? Y sin su maleta, que estaba en mi casa. En ella se que guardaba todos los artículos que habíamos usado en la casa rural, aparte de su ropa.
    
    No sé qué impulso tuve que abrí su maleta, allí estaba todo. Como hipnotizada, elegí un vibrador y unas esposas. Me desnudé casi por completo, dejando únicamente mis bragas para que el aparato, que introduje en mi coño, no se saliera. Active el falso falo a un rimo moderado, me coloqué las esposas con las manos a la espalda y me tumbé en el suelo, encima de la alfombra del salón. No tardé en calentarme, tratando de no pensar en nada, dejé que el vibrador trabajara. Con la mente en blanco, vinieron a mi cabeza las imágenes de Leo y yo misma follando de todas las formas en que lo hicimos, y, curiosamente, la voz de Leo era la de Juan. Le vi en mi cabeza cómo siempre quiso follar en publico, cómo una vez me pidió que me ...
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