1. Los traidores


    Fecha: 02/07/2018, Categorías: Transexuales Autor: Gabriel B, Fuente: CuentoRelatos

    ... en su cara, ¿te crees un macho por cogerte a la mujer de tu hermano? Encima te estás cogiendo a la panadera, todo el barrio lo sabe. No quiero saber más nada de vos” le envió el mensaje mientras las lágrimas brotan de sus ojos. Se alegra de haberlo mandado, si no lo hacía de esa manera, nunca se hubiese animado a terminar con él por las buenas. Ahora sufriría mucho, pero ya se le pasaría, al fin y al cabo, no lo ama, sólo lo desea, y como había escuchado decir por ahí, el deseo no es más que el capricho disfrazado.
    
    Apoya el celular sobre la mesita de luz, e inmediatamente lo oye vibrar de nuevo sobre la madera. Otra vez la duda la asalta. Sabe que leer el mensaje no le conviene, seguirle el juego a Germán siempre era peligroso. Era mejor no leerlo, si no lo hacía era como si nunca lo hubiese recibido. Quizá el mensaje fuera una falsa promesa de que no se acostaba con la gorda puta de la panadería, o quizá era la amenaza de que, si lo dejaba, le contaría todo a Marcos. Pero sea lo que sea lo que diga aquel mensaje, si lo lee, terminaría a merced de él nuevamente. Ya sea por miedo a que Marcos se entere, o por el estúpido orgullo de saberse la única mujer de Germán, caería a sus pies de nuevo. Lo mejor era no leerlo.
    
    Pero también aparece de nuevo la certeza de que no podría dormir en toda la noche sin saber qué le había contestado. Mira el celular, como quien mirase una pistola cargada de balas. Sabe que es peligrosa, y también sabe que terminará por agarrarla. Así que ...
    ... estira la mano y lee.
    
    “Vení a mi cuarto” dice el escueto mensaje. No es lo que había imaginado, sin embargo, era un mensaje peligroso sin dudas. Siempre habían practicado sus posturas sexuales en horarios en que sabían que Marcos no estaba. Y tal como lo había dicho Germán, su esposo era extremadamente predecible. Si llegaba o se iba de la casa en un horario diferente, se lo decía. Pero coger mientras él estaba abajo era otra cosa.
    
    Para mayor angustia, la idea la excitó. El enojo se desvanece lentamente. Mira a Marcos, que duerme, imperturbable, ajeno a todo el infierno que se desata a su alrededor. “Él no se merece esto”, piensa Camila. “Él no se merece nada de lo que le hago. ¿Qué hice yo para ayudarlo con sus problemas sexuales?” De repente empieza a fantasear con una vida hermosa, llena de hijos, con un marido viril que la poseía todas las noches, y con un cuñado lejos, muy lejos y olvidado.
    
    Pero eso sólo era un sueño.
    
    Le llega otro mensaje.
    
    “Vení en tres minutos, o te juro que voy y te saco de la pieza de mi hermano, o te cojo ahí nomás, total, él duerme como un tronco”
    
    Camila no duda de que Germán es capaz de cumplir con su promesa. “está bien” se dice, “de todas formas iba a ir”
    
    No le contesta el mensaje. Sale de la habitación, sigilosa y sube por la escalera. Cuando llega arriba, ve que su cuñado estaba saliendo para buscarla.
    
    — Menos mal que no me obligaste a hacer una locura. — le dice con la sonrisa más retorcida del mundo. Escruta a Camila, ...
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