LAS PAMPAS CHATAS 2 - Relatos Eróticos

LAS PAMPAS CHATAS 2

“Me despertó el solloso sobre mi pecho. Sentí que las lágrimas lo recorrían… «¿Por qué llorás tesoro? ¿Qué pasa?» «Lloro de felicidad… y de tristeza…» «¿Por qué?» «Es… que… ¡estoy tan feliz…! ¡Nunca, jamás, lo estuve tanto! Pero…, lo sé, es inevitable…, el viernes te vas… ¡Nunca volveré a verte!» «¿Por qué nunca?» «Porque tenés tu novia… Porque vas a formar una familia… Porque sos honesto…, nunca la vas a dejar o engañar… Lo sé. Sé que no sos mío ni que nunca lo serás… ¡Es así!» «Eso de honesto… ¡Jaja!» «Sí. Es así. No nos conocíamos. Eres de la ciudad. Yo soy una chica del campo. Podrías haberme engrupido con cualquier cosa…, pero siempre me dijiste la verdad. Desde el primer segundo yo sabía que lo nuestro era un juego de felicidad… pero nada más…» «¡Pero la pasamos bárbaro! ¿Estás arrepentida?» «¡NO! ¡JAMÁS! ¡Estas pocas horas de estar juntos…, es lo mejor que me pasó en la vida… ¡Ya sé! ¡Me podrás decir que solamente es sexo…!» «¡No, no, para nada! ¡No solamente es sexo, no! ¡Me gustás mucho! No te puedo decir que estoy enamorado de vos…, pero…, bueno…, lo sé, yo también lo sé, como decías… Ahora no tenemos muchas cosas en común…, salvo el placer de “hacer el amor”… como nunca lo hice antes… ¡Somos de mundos distintos! ¡De galaxias distintas! Pero si por alguna triquiñuela del destino, me tendría que quedar, no pasaría mucho tiempo antes de “conocernos” mejor… y… “nacería el amor”… Es así. Vos también fuiste permanentemente sinsera… Desde el primer minuto. ¿Te acordás? ...

... “estoy complacida de que sea usted…”» «¡Jajaja! ¡Es cierto! ¡Me entusiasmé al verte! ¡La imagen del héroe que viene a salvarme! ¿Y te lo demostré, no?» «¡Vaya qué sí! Pero… hagamos que estos pocos días… sean algunos de los mejores de nuestra vida…, o por lo menos, no olvidarlos nunca…» «Seguro, eso sí, ¡nunca los olvidaré!» «Pero… entre le placer y el placer…, tengo que trabajar. ¡No hay más remedio!» «Sí, tenés razón. Me olvido…, perdón Dani. Te hago perder tiempo…» «¡Me das el paraíso!» «¡Jajaja! ¡Sos tan dulce y complaciente!» Entre palabras y palabras, se desplazaban las caricias. Luego de besar sus ojos, beber sus lágrimas, besar sus labios…, las caricias se hicieron más intensas. ¡En pocas horas conocimos nuestros cuerpos y deseos como nadie! Me arrodillé para ponerme entre sus piernas. ¡No iba a trabajar sin el mejor desayuno! Pero Marilí se adelantó a mis intenciones. Se colocó en cuatro frente a mí. No de espaldas. De frente. Me tomó la poronga, que ya estaba casi al palo, y comenzó una de sus geniales mamadas. Acompañé sus movimientos. Para atrás, para adelante. ¡La estaba cogiendo por la boca! Es maravilloso ver su espalda y su bellísimo y perfecto culo. Ella me miraba a los ojos y siempre sonriente intensificaba la mamada. ¡Todo es un poema! «¡Me va a venir, tesoro!» «¡Mmmmm! ¡Jajaja! ¿Eso te molesta?» «¡NOOOO!» No aguanté más. Instintivamente retuve su cabeza contra mí y derramé el semen acumulado durante la noche en su boca. Marilí, en medio de arcadas, absorvió ...