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LAS PAMPAS CHATAS 2
Fecha: 14/02/2022, Categorías: Hetero Tus Relatos Autor: Caramelo, Fuente: Relatos-Eroticos-Club-X
... todavía nos faltan tres días… que la podemos pasar mejor todavía…» «¡No quiero pensar en los que nos faltan! Eso me entristece…» Traté de llevar la charla hacia otro lado. «¿Sabés que casi llegamos a medir la mitad? Un poquito más y terminamos.» «¡Qué bueno! Eso quiere decir que somos buena pareja… de trabajo…» Me iba a ser difícil llevarla a hablar de otra cosa. No quería afirmar demasiado que terminaríamos antes de lo previsto. Yo tampoco quería ilusionarme con un viernes para nosotros… Sonreí y quedé callado. «¡No te enojés! ¡Te juro! ¡Trataré de no tocar más el tema de los tiempos! ¡Seguro que sabrás hacerme olvidar todos los problemas! ¡Con vos es imposible estar triste y no disfrutar! ¡Jajaja! ¡Podemos ir a disfrutar ahora mismo!» Marilí se levantó. Rodeó la mesa y vino junto a mí. Se agachó… y al mismo tiempo que me besaba en la boca con una sabrosa batalla de lenguas, me agarró con la mano todo el paquete debajo de la salida de baño. «¿Y? ¿Qué te parece? ¿Vamos a jugar?» Ya sentía el aroma a la humedad de su conchita. ¡Una exquisitez! Prácticamente me levantó tirando de los testículos para arriba. ¡Menos mal que me paré! ¡Jajaja! «¡Vamos tesorito! ¡No te escapés! ¡Jajaja!» «¡Todo lo que quieras! Ya que te gustó tanto… ¡te romperé todos los agujeros!» «¡Jajaja! ¡Veremos quién gana! ¡Quién se cansa primero!» «¡Jajaja! ¡Seguro que yo! ¡Sin duda! ¡Sos puro dinamismo y nunca te detenés! ¡Vamos ya!» Ya estamos al pie de la cama. «Primero en la boca. ¡Me quedé con las ...
... ganas!» «¡Está bien! ¡Pero tenés que hacerme una paja cubana!» «¡Sí! ¡Dale, dale! ¡Me encanta hacerte la cubana!» Pero no pensaba dejarla en seco. Nos acostamos y fui hacia sus pies. Los acaricié y besé ambos…, dedo por dedo de cada uno. ¡Era un placer único! Los chupaba y acariciaba con la lengua. «¡Papá! ¡Papito! ¡Qué lindo! ¡Jajaja! ¡Ay! ¡Me da cosquillas! ¡Pero seguí, seguí! ¡Me gusta mucho! ¡Jajaja! ¡Estoy chorreando toda! ¡Cómo me hacés calentar cochinillo!» Seguí chupando y lamiendo los deditos de Marilí…, hasta que se tiró de espaldas, ¡rendida! Fui con mis besos a las plantas, el empeine, y luego a los tobillos, de uno y otro. Sentí temblar las piernas de la hermosura. Besé y lamí las pantorrillas y seguí subiendo. Ambas rodillas, hasta llegar a los muslos, maravillosos muslos, ahora humedecidos por sus fluidos. Chupé y lamí hasta dejarlos perfectamente secos. «¡Ay! ¡Papi! ¡Papito! ¡Cómo puede ser! ¡Nunca nadie, jamás, me habían besado los pies! ¡Vos lo hacés y tengo un orgasmo brutal! ¡Ni cuenta me di! ¡Me estremecí… y acabé! ¡Sos un mago! ¡Una divinidad!» No respondí. ¡No hacía falta! Ya estaba con la lengua en los labios mayores. ¡Qué ganas de morderlos! ¡Y lo hice! Despacito, claro. «¡Dios! ¡Es lo más grandioso que nunca me pasó!» Marilí no paraba de exclamar. Parecía que no tuviera fuerzas ni siquiera para tomarme de la cabeza y apretarme contra sí, como siempre lo hacía cuando tenía mi boca en su concha. «¡Ay maldito! ¡Me mordiste! ¡Pero me gusta! ¡Mucho!» Con la ...