LAS PAMPAS CHATAS 3 - Relatos Eróticos

LAS PAMPAS CHATAS 3

... gusto! ¡Qué rico que sos! ¡Tú semen es el elixir supremo! – Laura, como tantas otras veces estaba exultante. - Tesoro, quiero cabalgarte, ¿me dejás? – Respirando hondo Laura preguntó. 
Mi diaria ración de pildoritas me mantenía más o menos en estado, aunque hubiera sido mejor que fuera veinte años antes. Mi intención era estirarme tan largo como era y tratar de recuperar fuerzas. ¡No hubo tiempo! De pronto se paró y saltó hacia mi entrepierna mirándome. Como vio que la tenía caída, ni siquiera morcillona, se tiró a una nueva mamada.
-¡No importa que no me llenés! ¡Con que se te ponga dura me conformo! ¡Así me la puedo ensartar! – Y tenía razón. Luego de algunos minutos, la poronga volvió a su forma de combate. 
Se apoyó en mi pecho y con la otra mano la guió hasta la vulva… ¡y se la enterró hasta los huevos! Apoyada con las dos manos sobre mí e impulsándose con las piernas, comenzó a cabalgar desaforadamente. 
-¡Así! ¡Ay, ay, qué lindo, qué lindo! ¡Dale, dale! ¡Por favor! – Laura se alentaba así misma. - ¡Ay, ay! ¡Me vengo, me vengo! ¡AAAAHHHHHH!
	¿Cómo hacía? ¡Era inagotable! ¡Terrible! Sentí como su vagina latía y apretaba mi pija. Nos quedamos para recuperar la respiración. A mí no me había venido, pero no me importaba al verla tan feliz. Se quedó unos minutos arriba mío. 
-Dale, bajate, y ponete de espaldas. - La hice colocar en el borde de la cama. - Abrite de piernas y levantalas. Así, muy bien, abrite los glúteos.
	Fui con la lengua al ojete. Se la metí y saqué ...

... varias veces. La estaba cogiendo con la lengua. Luego subí lamiendo el perineo hasta el clítoris. Lo lamí y bajé nuevamente al orto. Nueva cogida de lengua. Volví a la concha y le enterré la lengua en la vulva. Luego lamí los labios, externos e internos. Fui al clítoris duro y mojado como toda la concha. Sorbí todo lo que pude, apreté con los labios y tiré. Pasó lo que esperaba. ¡Nuevo orgasmo de Laurita! La felicidad completa. Cuando le sorbí todo y solo quedó la humedad, me levanté y me acosté a lo largo. Ella se acomodó a mi lado. 
-Seguí contando, papito…

“«¿Dormimos tesoro?» «Ahora sí. ¿Te cansé, no?» «Si, mi amor.» Nos pusimos en cucharita. Uno de mis brazos bajo el cuerpo de Marilí, tomando su teta derecha. El otro brazo sobre ella acariciando la otra. Con una mano Marilí apretaba la mía contra su teta. La otra la había bajado hasta la pija, y me acariciaba suavemente. Cuando notó la dureza, se abrió uno de los glúteos y puso el miembro en el canal. Nos quedamos quietitos. Me acordé de algunas cosas, para el viernes. «Tenemos que cambiar las sábanas y el hule, mi amor. Estará todo muy húmedo. Y también proteger el sofá.» «¡Jajaja! ¿VAS a coger en todas partes?» «¡VAMOS! ¡Los cuatro!» Al ratito Marilí acomodó sus glúteos y puso el glande justo en el hoyito…, y empujó hacia atrás… Entré al culito sin dificultad. Se acomodó para que llegara hasta el fondo. Ahora si, completamente juntos y quietos nos dormimos. Cuando desperté, dos o tres horas más tarde…, por supuesto ...