LAS PAMPAS CHATAS 3 - Relatos Eróticos

LAS PAMPAS CHATAS 3

... colgaba del cuello para que se la metiera. «¡Esperá! - La llevaba para la casa. – Esperá, tengo que agarrar el baby doll…» Di vuelta con ella en brazos y fuimos hacia el “asiento”. Por suerte lo había dejado sobre él. No tuve que agacharme ni bajarla. Lo tomó con una mano y volvimos a enfilar hacia la casa. Cuando entramos la acerque al interruptor y prendió la luz de la sala. «Vamos a bañarnos amor. ¡Estoy toda pegajosa! ¡Jajaja!» Fuimos al baño. Y nos metimos bajo la ducha. Por suerte, gracias al molino, siempre había electricidad para calentar el termo tanque y el agua estaba excelente. Ambos orinamos mientras nos bañamos. Me encantó sentirlo en la mano, mientras acariciaba la concha. Ella hizo lo mismo con mi pija. Marilí se llenó la mano, y la llevó a los labios. «¡Qué rico! Calentito… y saladito. ¡Tú pis es rico, me gusta!» «Mamita…, sabés que…» «¿Qué pasa?» «¡Me inspiraste! ¡Me dio muchas ganas de sentir tu pis en mi boca! ¿Lo hacemos?» «¿Si…? ¿Te gustaría?» «Si. Mucho. » Me acordé de Micaela. «Dale, me siento en el cordón del pediluvio. Parate sobre mi cabeza con las piernas abiertas. Así, así, muy bien. ¡Orina ahora! ¡Dale!» «Espera un poquito. Tan rápido no puedo. Recién hice un montón.» «¡Jajaja! ¡Concentrate! ¡Hacé fuerza!» «¡Jajaja! ¡Ahora sí! ¡Aaaahhhh! Ya sale…» Con bastante “puntería”, Marilí lo guiaba hacia mi boca. «Bastante… Hummm… ¡qué rico! Es como vos dijiste… calentito y saladito.» «Como el tuyo… ¿Me lo das?» Yo seguía tragando su orina, riquísima. ...

... «Ya lo probaste…» «¡Por eso! Quiero más, me gustó… Dale, me siento en el inodoro y me hace pis en la boca.» «¡No, no! ¡No puedo…! ¡Me dan cosas!» «¡Si tomaste el mío! ¿Por qué no puedo yo con el tuyo?» «Ahora no. No tengo nada en la vejiga…» «¡Jajaja! ¡Mentiroso!» «¡Jajaja! Yo estoy con ventajas…» «¿Por qué?» «Porque muchas veces, cuando me acababas en la boca, tus fluidos venían con un poquito de pis…» «¡Ehhh! ¡No me dijiste nada!» «Tenía miedo que no quisieras acabarme más en la boca. Al fin de cuenta vos fuiste la primera que dijo que te gustaba, cuando te llevaste la mano a la boca.» «¡Uy! Cierto, lástima que no lo hicimos antes. ¡Me gustó mucho! 
“«¿Sabés una cosa Dani?» Extrañamente, Marilí se había puesto seria. «No sé porque. Pero desde el primer momento, desde que te conocí, nunca tuve vergüenza de vos. No sé porque, pero es así. Te acordás la primera vez que nos bañamos juntos…» «Claro… ¿Cómo me voy a olvidar? ¡Jamás!» «Bueno, en ese momento te ofrecí la cola…, para que me la metas…, y vos como un lord inglés te quedaste impasible… Pusiste el pretexto del trabajo. No te lanzaste sobre mí para romperme el culo, como sea… ¡sin piedad! Allí me mostraste que eras otra cosa. Cualquier otro tipo no lo hubiera dudado.» «¿Le ofreciste la colita a otro, entonces?» «¡No! ¡Nunca, jamás! Pero a vos si…, y lo rechazaste para hacerlo bien y que nos guste a ambos, para que yo no tenga dolor…, y a vos no te diera… bueno, asco…» «No quería hacerte daño en realidad, pensé que tal vez ...