1. María de los Ángeles, la chica que me dejaba hinchados los huevos


    Fecha: 20/07/2018, Categorías: Incesto Autor: Tonyzena67, Fuente: CuentoRelatos

    ... decidido no volver a tener una relación seria con nadie. No sé si lo tuyo es sexual o va más allá de lo sentimental, pero hoy no puedo corresponder sentimientos. No quiero lastimarte y prefiero ser honesto contigo.
    
    - ¿Dame un beso?
    
    - ¿Escuchaste lo que dije?
    
    - Si… y no importa… solo dame un beso.
    
    - Lo siento, no quiero que esto trascienda y yo poco conozco de ti.
    
    - Tony, quiero que me hagas tu mujer…
    
    - ¿Has pensando en un embarazo? ¿Te cuidas?
    
    - Si, lo desearía, pero soy estéril… es por eso que adopté a mi hijo. Tony, yo no busco atarte y sé que una persona como vos siempre será libre. Pues aunque suene incoherente, que aunque me siento enamorada de ti, realmente también me gusta mi libertad. No pienso en ti si no estás a mí alrededor, pero si estas cerca, te deseo tanto…
    
    Me acerco su boca y nos besamos. Fue ella la que en esta ocasión comenzó a mamarme las tetillas, pues estaban expuestas al estar yo sin camisa. Luego yo hice lo propio con acariciar su cuello y de nuevo por tercera vez remover su sostén. Me comí sus tetas como un loco, mientras María de los Ángeles jadeaba profusamente. Esta vez me dejó removerle el único vestido que podría decir ceñía su esbelto cuerpo. No me equivocaba, sus glúteos aunque no muy pronunciados tenían esa simetría exquisita de la curva femenina. Ahí la tenía sin brassier y a punto de remover su bikini blanco que denotaba esa humedad en esa parte exquisita donde roza los delicados pétalos de una mujer. Se los quite y ...
    ... saboree lentamente su clítoris mientras con mis dedos le apretaba sus pezones. Parecía que esto le encantaba y sus gemidos se elevaban, hice una pausa y frente a ella me quito el bóxer y por primera vez mira mi erecta verga y solo se limitó a decir: ¡Esta grande!
    
    La panochita de María de los Ángeles está completamente afeitadita y puedo ver que no es un orificio muy grande, sus labios inferiores y exteriores son también pequeños, son de esas chicas que se siente apretadito, como si uno se las estuviese cogiendo por el culo. También pensé en cogerme su culo, pero conociendo a María, pensé que ese sería un paso imposible. Le pongo mi glande sobre su panochita y paso sobándole su clítoris con mi verga. Quizá por pena cierra los ojos, pero sus labios denotan el delirio que vive. Yo continúo por varios minutos ese masaje de la cabeza de mi verga sobre su clítoris, donde María comienza a mover su pelvis esperando a que le rompa su pequeña conchita y de esa manera eleva con enorme ansiedad su pelvis y le llega un placentero y rico orgasmo y es donde le dejo ir toda mi verga y ella grita, y no sé si es de dolor o de placer. En milésimas de segundo sé que es placer, pues ella choca con euforia mis embestidas contra su panocha. Con lágrimas en sus ojos es una de las pocas mujeres que en el remolino de su orgasmo me dice: Amor, que rico amor, te amo, te quiero… que rico amorcito.
    
    Le di una sacudida o mejor dicho una vergueada que aquello de: amor que rico, se volvía una letanía ...
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