HUEVOS REVUELTOS 2 - Relatos Eróticos

HUEVOS REVUELTOS 2

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“No fue con ningún hermano, primo ni pariente. Lo hice con un vecino que me gustaba mucho, desde que era chiquita. Yo no sabía por entonces “porque” me gustaba y ni “para que”. Cuando estaba terminando la primaria, algunas compañeras me contaron “todo” lo que se podía hacer con un chico. Bueno, siempre que él quisiera, y también le gustara. Yo les conté quien me gustaba. Me decían que buscara alguien más chico, porque él me llevaba 5 o 6 años. Me decían que seguramente le gustaban chicas más grandes, que tuvieran tetas, por lo menos. Pero yo no me di por vencida. En algún momento conseguiría que se fijara en mí. Al fin de cuentas era vecino y nos veíamos casi todos los días. Era muy amable conmigo, pero sólo como una nena. Pero antes de estar en el último año de la primaria, ya tenía el cuerpo de nena más grande, con tetitas y culo bastante prominente, y comencé a vestirme como una nena grande, cuando no me veía mi mamá, nada más para lucirme con Facundo, que así se llamaba. Como me ponía pollerita muy cortita, y remera bien apretada para que Facundo me viera, al fin, un día mientras estaba en el jardín, justo al lado de su casa el me vio, y acercándose al alambrado que nos separaba me dijo que yo “estaba muy linda”. A mí me temblaron las piernas cuando me dijo eso. Y me puse colorada. Él se rio y me dijo “no te pongas colorada, vas a ver que todos los chicos te lo van a decir. Estas muy linda de verdad.” Me pegué al alambrado y él se acercó y me hizo una caricia en la ...

... mejilla. Casi me caigo. «¡Vas a ser una chica muy hermosa!» Yo sentía que me mojaba toda. Las chicas me habían dicho que eso nos pasaba cuando nos gustaba mucho un chico. Porque eso era la consecuencia de la caricia… Me dijo que tenía que irse…, pero iba a volver para verme… Casi me muero. Se rió y se fue. Estuve casi todo el día espiando para ver cuando volvía, porque era un sábado. No tenía que ir a la escuela. Me peiné varias veces hasta que quedé como yo quería. Para parecer más grande, con el cabello suelto. No con colitas, pues así parecía más grande. Al atardecer Facundo volvió y yo salí rápido al jardín. Me vio y se acercó. «¡Clarita! ¡Qué linda que estás! Más linda que esta mañana.» Si fuera por mí me hubiera lanzado sobre él. Nos quedamos hablando. En realidad él hablaba sobre lo que hacía, que había ido a jugar al futbol… y esas cosas… Me preguntó cómo me iba en la escuela, en qué grado estaba. Como él me veía cuando iba a clase muchas veces, no le podía macanear que estaba en el secundario, pero ya no me importaba porque me había dicho que era linda. Al día siguiente estuvimos juntos en el jardín. Yo me moría de ganas de estar con él, tocarlo, hacerle algo, lo que sea. «¿Querés venir a la hora de la siesta? Tengo una película de Disney, no de dibujo, sino de chicas y chicos. Le digo a tu mamá, luego del almuerzo. ¿Qué parece?» Me quedé con la boca abierta. No sabía que decir. «Y… si…, sí mama me deja.» «Yo le digo si querés.» Las papás de Facu tenían un reproductor ...