La historia de Claudia (11)
Fecha: 29/07/2018,
Categorías:
Dominación / BDSM
Autor: señoreduardo, Fuente: CuentoRelatos
... tenerse en pie y no dejaba de llorar. De un empujón la echó al piso, salió del comedor y regresó enseguida con una tijera grande. Arrastró a la sumisa al baño y la puso arrodillada frente al inodoro, levantó la tapa, le sostuvo la trenza tirante y la cercenó de un firme tijeretazo mientras sentía que estaba mojándose. Puso la trenza en el cesto de residuos y siguió cortando aquí y allá, sin ningún orden, furiosa y excitada al mismo tiempo, dejando en la cabeza de Laura zonas donde sólo había cuero cabelludo y otras con pelo de muy distintos largos y volúmenes.
La sumisa, al advertir lo que la señora le estaba haciendo, se había puesto a llorar con desesperación, clamando por una piedad que no le sería concedida, agobiada por el intenso dolor en las nalgas y esa tortura sicológica a que se la sometía con el salvaje arrasamiento de su cabellera. La señora oprimió el botón y los abundantes mechones de cabello rubio desaparecieron en el torrente del agua que se llevaba también jirones de su dignidad. Enseguida levantó a la sumisa, la paró ante el espejo y la obligó a mirarse. Laura vio su imagen a través de las lágrimas que le bañaban los ojos, y su llanto arreció hasta que de pronto escuchó a la señora decirle:
-Esto es para que nunca más, ¡nunca más! ¿me oís? hagas lo que tengas ganas de hacer si yo no te lo permito. Soy tu dueña, Laura, me pertenecés por completo. No tenés derecho a nada si yo no te lo concedo.
Y entonces una extraña calma fue ganándola de a poco. Se ...
... dijo que nadie es dueño de algo si ese algo no le interesa, que la propiedad de una persona sobre otra es una forma de interés, de reconocimiento, un interés y un reconocimiento que ella jamás había recibido de sus padres. La calma fue dejándole paso a un sereno regocijo. Dejó de llorar y se prometió a si misma que no volvería a agraviar a su dueña con nuevos actos de voluntad propia. Fue entonces cuando sintió las manos de la señora en sus nalgas y se inclinó hacia delante para gozar de ese contacto en toda su plenitud mientras empezaba a mojarse. La señora le introdujo dos dedos en la concha y sus labios se abrieron en una sonrisa al percibir el fluir de jugos.
-Ponete en cuatro patas y seguime, cachorra. -le dijo, y se encaminó hacia el dormitorio chorreando flujo. Una vez allí se sentó en el borde de la cama, tomó la cara de Laura entre sus manos y la besó largamente en la boca, estremeciéndose al contacto de las lenguas. La sumisa se entregó por completo a los labios de la señora cuyas manos buscaron sus tetitas con los pezones ya bien duros y enhiestos, presas indefensas y gozosas entre esos dedos que los habían capturado. La señora separó las rodillas, abrió su bata y acercando la cara de Laura a su concha le dijo:
-Quiero tu lengua aquí, cachorra.
La rubiecita aspiró hondamente el aroma que emanaba de ese nido mojado y se puso a lamer entreabriendo los labios con su lengua ávida, moviéndola de un lado al otro, de abajo hacia arriba una y otra vez, con lamidas ...