Malas influencias
Fecha: 24/09/2023,
Categorías:
Sexo en Grupo
Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos
... perpetuo afán de protagonismo, la rubia no tardó en asumir el papel de auténtica zorra, mamando mi verga igual que si le fuera la vida en ello y salivando como una auténtica cerda. En cambio, Teresa controlaba su pasión, manteniéndose comedida y sensata en todo momento. Disfrutaba de lo que le cabía en la boca y no tenía intención de atragantarse.
Mientras las amigas de mi mujer estaban a lo suyo, yo, además de gozar, tuve tiempo de trazar un plan. Estaba en inferioridad numérica y sabía que si me hacía el blando con ellas, Bea y Tere acabarían conmigo en un pis-plas. Por un lado, yo era perfectamente consciente de que no podía permitirme ser dócil con ellas. Dejar que aquellas dos hembras me avasallaran con sus demandas sexuales sería una temeridad. Por otro lado, tenía bastante claro que si ponía en práctica la estrategia “divide y vencerás”, eso aumentaría considerablemente mis posibilidades de supervivencia.
En efecto, necesitaba que una de ellas fuera mi aliada para poder dominarlas a las dos. Desde los primeros compases tuve claro cuál sería mi cómplice. Beatriz se había descartado a sí misma al mostrarse tan insaciable. Si ella y yo nos uniéramos contra Teresa, no tendríamos ni para empezar.
La elección estaba hecha, el problema era saber si Teresa accedería a mis requerimientos, y la única forma de saberlo sería intentarlo. Con ese fin, desabroché mi cinturón y tendiéndoselo a la maestra le dije:
—Sujétela las manos a la espalda.
No sé cuál de ellas ...
... se sorprendió más al oírme decir aquello, pero el caso es que ambas aceptaron participar en el juego. Así, cuando Beatriz cruzó voluntariamente las muñecas por detrás de la cintura, Teresa no vaciló ni un segundo en amarrarlas con varias vueltas del cinturón.
Mi intención no era otra que follar oralmente a la rubia. Con lo que yo no contaba era con que, Teresa comenzase a empujar la cabeza de su amiga obligándola a tragarse mi polla hasta la campanilla.
Atosigada por su presunta amiga, la pobre Beatriz comenzó a dar arcadas. A pesar de lo asombroso y placentero que resultaba, no tuve más remedio que intervenir y advertirle a la morenita que no se extralimitase en sus funciones.
—No seas bruta, o luego te haré lo mismo a ti.
Ante el moin de Teresa, la tomé del brazo y tiré de ella para ponerla justo a mi lado. De todas formas, estaba claro que a Bea no era necesario forzarla para que me mamara la polla, puesto que la rubia se desvivía haciéndolo. Mientras dejaba hacer a Beatriz, yo comencé a chuparle las tetas a la morenita.
Una ventaja de poder devorar aquellos bonitos senos, fue precisamente que ello me sirvió de distracción para aguantar la magistral mamada de la abogada. La rubia no paraba de hacer variaciones: lo mismo lamía que chupaba, lo mismo jugaba con la punta de la lengua que se deshacía en besos y mordisquitos, lo mismo guarreaba con su propia saliva que murmuraba con mi miembro llenando su boca.
Beatriz era una de esas mujeres que derrochaba ...