1. Malas influencias


    Fecha: 24/09/2023, Categorías: Sexo en Grupo Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos

    ... Decida usted, señora —le sugerí a la más menuda de las tres amigas.
    
    Si bien mi verga aún no estaba totalmente endurecida, la erección era más que incipiente. Habiendo alcanzado la horizontalidad, mi miembro seenderezaba a ojos vista.
    
    Teresa se quedó embobada, anonadada porel crecimiento de mi miembro. A través de la cremallera, éste se erguía más y más, como una gruesa clavija en la que colgar las pesadas prendas de abrigo durante el invierno. Ahora ella misma podía estimar su tamaño. Sin embargo, sus dieciocho centímetros de longitud por cuatro y medio de diámetro, parecieron haber dejado a Tere sin palabras.
    
    La recién divorciada se mostró indecisa ante mi polla. La maestra de escuela, que siempre había sido bastante cohibida, miró entonces a mi esposa y, sin necesidad de palabras, pareció pedirle permiso. De nada le sirvió, pues María José se limitó a encogerse de hombros, dando a entender que esa no era decisión suya.
    
    — Si a ti no te apetece, yo me lo como.
    
    Los tres: María José, Tere y yo, nos giramos hacia Beatriz, que era quien se había ofrecido voluntaria.
    
    Bea sonreía con aire travieso, como una niña a la que hubieran sorprendido metiendo la mano en el bote de las galletas. Finalmente, la rubia giró una mano hacía arriba aparentando no entender qué ocurría.
    
    Con todo, un súbito roce en mi glande llamó rápidamente mi atención. Después de tanta vacilación, la recién divorciada por fin se había decidido a comerme la polla en presencia de sus amigas. Sin ...
    ... duda, el ofrecimiento de Beatriz la había ayudado a decidirse.
    
    Lo hacía bastante bien. Sujetando el tronco mi miembro con ayuda de su mano derecha, la maestra subía y bajaba hasta engullir la mitad de mi verga. De vez en cuando se detenía con mi glande en la boca y, entonces, era su juguetona lengua la que retorcía en el interior para hacerme gemir de gusto.
    
    Estaba la morenita celebrando a lametones su divorcio cuando, de pronto, sentí a alguien a mi espalda. Los finos dedos de Beatriz se posaron sobre mis hombros, estrujando con ansia mis músculos. Luego fueron sus sonrosados labios los que me rozaron en la base del cuello provocándome un escalofrío.
    
    Fue maravilloso comerle la boca a una mujer mientras otra hacía lo propio con mi verga. El aliento etílico de la rubia se fundía con la candela que Teresa parecía tener dentro en su boca. Aquello era totalmente nuevo para mí, y no porque nunca hubiese participado en un trío, sino porque esa era la primera vez que disponía de dos mujeres sólo para mí.
    
    Siempre agradeceré aquel acto caritativo de mi esposa, y no me refiero a que no pusiera el grito en el cielo al ver como sus amigas se turnaban para comerme la polla, sino a quedarse al margen de aquella locura. No sé qué habría sido de mí si, en lugar de disfrutar del espectáculo, María José también se hubiera sumado a la fiesta, pero sí se que ésta habría durado bastante menos.
    
    La razón para tal afirmación es que Bea y Tere se complementaban, por así decirlo. En su ...
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