1. Malas influencias


    Fecha: 24/09/2023, Categorías: Sexo en Grupo Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos

    ... Me miró en silencio, permitiendo negligentemente que la blusa dejara a la vista uno de sus pechos. La pequeña maestra de escuela intuía que a partir de ese momento pasaría a ser la indiscutible protagonista.
    
    Mi esposa continuaba sin decir ni una sola palabra. Se había acomodado para presenciar y disfrutar del espectáculo. Prueba de ello era que, en mi ausencia, María José se había servido un gin-tónic y lo alzó hacia mí en señal de bienvenida y, tras dar un pequeño sorbo, lo dejó sobre la mesa.
    
    Pensé qué hacer durante unos breves segundos. Una sola imagen formada en mi cerebro bastó como inspiración. Ya sabía qué hacer o, al menos, por dónde empezar, pero antes fui hacia mi esposa y tomé prestado un trago de aquella copa.
    
    —Vamos a por la segunda —anuncié guiñándole un ojo.
    
    A continuación, me recliné sobre Teresa y, al mismo tiempo que con una mano tomaba uno de sus senos, posé mis labios sobre su boca. La morenita no pudo controlarse y emitió un leve gemido de aprobación. Hundí mi boca en su cuello como un vampiro, cogiéndola por sorpresa. En ese mismo instante, supe que Tere se había entregado a mí como algo más que una mera aliada.
    
    Recorrí lentamente su cuerpo con la mirada. Aquella era una fascinante mujer que había sabido mantenerse bien aún habiendo pasado de los cuarenta hacía años.
    
    A partir de ese momento las cosas siguieron un lento y placentero transcurrir. Mis manos no buscaron rápidamente su sexo, como hubieran hecho otros. No, yo acaricié sus ...
    ... pies, sus pantorrillas, pasé de sus muslos a las caderas y rodeé sus pechos para llegar a su oreja desde atrás, desde la nuca.
    
    Tere buscaba mis besos, entregándose más y más a mí. La tomé entonces de la mano y le indiqué que se girara, que colocara la espalda en un apoyabrazos y las corvas en el otro. Nuevamente, recorrí todo su cuerpo con mis dedos, Acaricié su piel desde los pies a lo más profundo de su ombligo.
    
    La morena se deshacía por momentos, y prueba de ello fue que asió mi polla en cuanto la tuvo al alcance. Yo se la retiré cortésmente y le pedí que se relajara, ya habría tiempo para eso. Luego hice que cerrara los ojos y le rogué que me dejara hacerla disfrutar.
    
    En cuanto Tere sintió mis labios besar el interior de sus muslos, todo su cuerpo se estremeció. Acuclillado entre sus piernas, pasé la punta de mi lengua a lo largo de su sexo. Para mi deleite, descubrí que la precavida divorciada se había arreglado el pubis para la ocasión, sólo una ancha tira de vello cortito adornaba su sexo.
    
    Continué besando sus entumecidos labios mayores, intermitentemente, combinando los besos con certeras lamidas sobre el clítoris que arrancaron de Teresa algo más que gemidos. Desaforada, la maestra tomó mi cabeza con ambas manos en un torpe intento de dirigir su propia tortura.
    
    Mi lengua emergía de lo más hondo de su ser, mezclando su humedad con mi saliva. Las manos de Tere retenían mi cabeza mientras repetía una y otra vez la misma palabra: “¡Sí! ¡Sí! ¡Sí!”. Ante ...