1. Malas influencias


    Fecha: 24/09/2023, Categorías: Sexo en Grupo Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos

    ... ésta vertió en la rubia todo su genio.
    
    Antes de ponerme a preparar la cena, enchufé un pen-drive en el pequeño pero potente altavoz y pulsé el botón del modo aleatorio. Luego cogí papel y bolígrafo.
    
    “MENÚ: De primero, rodajas de calabacín a la plancha con un dado de queso semicurado de oveja fundido. De segundo, rebanadas de pan de pueblo tostadas en las brasas con aceite de oliva virgen extra, ralladura de tomate y jamón ibérico o salmón ahumado noruego, al gusto.”
    
    La cena transcurría plácidamente. Las chicas se lo estaban pasando genial. Un buen vino es el mejor catalizador para una velada de confidencias y risas. Bea, Teresa, María José, todas estaban encantadas con su servicial camarero. Por suerte, sólo se habían cachondeado de mí al principio. Después de la primera botella de tinto era simplemente como si yo no estuviera allí.
    
    Me encantaba verlas pasarlo bien, pero yo deseaba que aquella cena no cayera en el olvido, sino que pasara a ser una noche memorable que años después siguiera saliendo a relucir como una divertida anécdota. Lo malo era que ya sólo faltaba el postre y… entonces, tuve aquella genial idea.
    
    Discretamente, me excusé sin que ninguna de ellas llegara a escucharme ya que, tras la segunda botella de vino, su capacidad perceptiva se había visto mermada considerablemente. Una vez en el cuarto baño, me despojé del calzoncillo, volví a ponerme el pantalón de senderismo sin nada debajo y, como si tal cosa, fui a preparar el postre.
    
    Cuando mi ...
    ... mujer creyó oportuno, alzó la mano y me indicó que sacara el postre. Discretamente, le susurré unas palabras al oído. María José se quedó perpleja durante un par de segundos, pero su sonrisa me hizo saber que había bebido suficiente. De modo que me dijo que procediera a mi antojo.
    
    Sin más, fui al frigorífico y saque tres mouse de chocolate y otros tantos flanes. Con la redonda bandeja sujeta con ambas manos, serví a mi señora en primer lugar. Con un chispeante destello de complicidad en sus ojos, María José cogió uno de los flanes. A continuación, rodeé a mi esposa para situarme junto a Tere.
    
    — Hay mouse, flan y… fruta de temporada —dije apartando la bandeja para revelar el descarado bulto en la parte izquierda de mi entrepierna.
    
    — ¡Guau! —exclamó Teresa— ¡Y eso!
    
    — Plátano de Canarias—aclaré.
    
    — ¿De Canarias? —repitió escéptica.
    
    — Así es, señora.
    
    — Pues parece más una banana —afirmó divertida— ¿Sabes cuánto mide?
    
    — No —mentí.
    
    Lo sabía de sobra, pero pregonarlo me parecía demasiado frívolo. Además, de nada sirve tener una gran herramienta si uno no la sabe utilizar. Así que en vez de alardear, añadí con malicia…
    
    —Lo importante no es el tamaño, señora, sino el sabor.
    
    — ¡El tamaño no importa, siempre que sea grande! —intervino de pronto Beatriz.
    
    — “Duro y que dure”, decía mi abuela —puntualizó mi esposa añadiéndose al debate.
    
    Sorprendido por aquella repentina controversia, apoyé la bandeja sobre la mesa y me saqué la polla allí mismo.
    
    — ...
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