1. Mis odiosas hijastras (4)


    Fecha: 29/09/2023, Categorías: Hetero Autor: dickson33, Fuente: RelatosEróticos

    ... era que las mujeres de rostros hermosos despertaban más ganas que cualquier otra de que larguemos nuestra virilidad en ellas.
    
    —¡Ay! —gritó Agos desde la cocina.
    
    Inmediatamente después del grito, se escuchó el sonido de cristales rompiéndose.
    
    —Esperen acá, yo voy a ver si está bien —dije.
    
    El grito no había sido muy escandaloso. Supuse que se había tropezado con algo y eso hizo que se le cayera el vaso de vidrio que contenía la vela. Pero de todas formas tenía que asegurarme de que no había pasado nada. Las velas iluminaban lo suficiente como para que me moviera con soltura por el living. Pero cuando atravesé la puerta que daba a la cocina me di cuenta de que había cometido un error, pues ahora que Agos no tenía una, el lugar estaba en la absoluta penumbra.
    
    Aun así, no tuve la inteligencia suficiente como para ir con cuidado. Los primeros pasos que di fueron rápidos. Y entonces fue cuando me choqué con Agos. Y por supuesto, no es que habíamos chocado de manera normal. Por lo visto, ella se encontraba inclinada. Yo había empujado sus nalgas con mi pelvis, lo que para empezar dejaba en evidencia la calentura que tenía encima. Pero para colmo, el empujón fue tan violento, que sentí cómo ella se iba para adelante. Si llegaba a caerse podría lastimarse con el vidrio roto. Pero esta vez sí actué con rapidez. La agarré de las caderas y ...
    ... la ayudé a enderezarse. Ella se irguió. Al hacerlo, su pulposo trasero se frotó con mi miembro. Era imposible pensar que creyera que se trataba de mi celular o de alguna otra cosa, ya que con ese contacto pudo corroborar la forma fálica que tenía ese instrumento durísimo que ahora se hincaba en ella.
    
    —¿Estás bien? —le pregunté, sin poder soltarla.
    
    —Sí. Gracias —dijo ella.
    
    Quedamos unidos, como dos piezas de rompecabezas, en medio de la oscuridad. Sentí el perfume de su cuello.
    
    —¿Pensás que soy una frígida? —preguntó en un susurro.
    
    Me pareció sentir que se apretaba más a mí. Yo a su vez, hice un movimiento arriba abajo sobre sus caderas, usando el sentido del tacto para percibir sus formas.
    
    —Claro que no —le aseguré.
    
    —¿Está todo bien? —preguntó Valentina a mis espaldas.
    
    Me separé de Agos, pero sin dejar de poner mis manos en ella, como si la estuviera ayudando a mantener el equilibrio.
    
    —Sí, todo bien —dijo ella—. Alumbrame por acá, así junto el vidrio.
    
    Valentina y Sami entraron a la cocina, con los vasos con las velas encendidas en ellas. Enseguida me fui a un rincón para agarrar una escoba y una pala. En un veloz y arriesgado movimiento me acomodé la verga para disimular lo mejor que podía la erección. Igual a esas alturas tampoco era que me preocupara mucho.
    
    Agos. Siempre fue Agos, pensé para mí.
    
    Continuará.. 
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