1. Mi odiosa madrastra, capítulo 5


    Fecha: 30/01/2024, Categorías: Hetero Autor: dickson33, Fuente: RelatosEróticos

    ... locura.
    
    Sentía el calor en mi rostro. Seguramente estaba rojo. Mi rabia no era tanto por Nadia, sino por el hecho en sí mismo.
    
    — No. No quiero que se arme un escándalo —me contradijo ella—. Hasta ahora vengo muy bien manteniendo el perfil bajo —agregó, a lo que no pude evitar reaccionar con asombro. ¿Ella perfil bajo? Sin embargo no dije nada—. Además… —siguió diciendo Nadia—, es un idiota, pero no sé si esto es como para que pierda su trabajo.
    
    — ¿De qué carajos estás hablando? —me indigné yo—. ¡Claro que es para que lo echen!
    
    — Es que… Yo debí ser más clara con él. No tenía que haber permitido que se sintiera con tanta familiaridad. Seguro que en su imaginación creía tener oportunidad conmigo. Creo que sería mejor hacerle pasar un mal momento, y listo.
    
    — Ya me vas a salir con alguna de tus ideas raras —intuí yo, temeroso, aunque también intrigado.
    
    — Todavía no se me ocurre nada —contestó, para mi alivio y decepción a la vez—. Hagamos una cosa: esperá hasta mañana a la tarde. No lo denuncies todavía. Ahora hasta me da lástima. Pero necesita un escarmiento, eso seguro.
    
    Cuando terminamos de comer, levanté la mesa y me fui a la cocina a lavar los platos. Siempre trataba de colaborar con los quehaceres de la casa, asegurándome de ocuparme de las cosas más livianas, obviamente. De todas formas, tal como me lo había dicho la propia Nadia por la tarde, ella ya se había percatado de mi estratagema, y no parecía molestarse por ello. Sin embargo esta aceptación de ...
    ... su parte no era por tonta, más bien todo lo contrario. Al ocuparse de la mayoría de las obligaciones de la casa, y de las más difíciles, se aseguraba de que yo no pudiera negarme a esos favores raros que me pedía todos los días —pasarle el protector solar por su cuerpo, sacarle fotos—. Y ahora que me había contado lo de Juan, sospechaba que requeriría de mi ayuda de alguna forma u otra. Eso sí, si me pedía algo demasiado raro, me negaría, y me limitaría a dar aviso a la administración del edificio, tal como lo tenía pensado desde un primer momento. Luego no me podría acusar de no haberle dado una mano.
    
    Mientras terminaba de lavar los platos, Nadia entró a la cocina. Se paró al lado mío, y se puso a secarlos con un repasador mientras yo seguía con los vasos y los cubiertos.
    
    — Hace tres años que me dedico a vender mis packs —comentó, respondiendo a la pregunta que le había hecho al principio de la cena—. Pero no creo que eso sea relevante.
    
    — No, por supuesto que no. Eso lo dejaste en claro, y yo estoy de acuerdo —respondí
    
    Esa noche mi madrastra vestía una pollera verde de una tela bastante gruesa, y debajo de ella unas medias negras. No lo había notado, pero a pesar de estar entre casa, se había producido bastante. Llevaba el pelo recogido, y un suéter beige que, como diría Toni, le calzaba como guante.
    
    — Lo que sí puede ser interesante que sepas, es el motivo por el que me dedico a esto.
    
    — ¿Ah, sí? —dije, escéptico, pues en verdad, todavía no había llegado al ...
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