38.2 El relato de María
Fecha: 25/10/2018,
Categorías:
Gays
Autor: Albany, Fuente: CuentoRelatos
... ano en su camino y otras le permitía entrar hasta poder sujetar su verga por delante de mi dónde sobresalía, como si yo fuera poseedor de dos pollas una debajo de la otra.
Me tenía muy excitado con deseos de que me follara el culo, de que se me metiera dentro, de que me regalara esa barra de carne que parecía hierro fundido y maleable, de sentirme roto y poseído.
—Fóllame Nicolás, métela en mi culo, por favor, dámela ya. – me era costoso el hablar por mis suspiros y deseos incontrolados que dominaban mi cuerpo y mi mente.
Continuó jugando, con su verga, pero ya no era suave, la metía con mucha fuerza y la deslizaba por mi periné y mis muslos como si estuviera metiéndola por mi ano.
Humedecí mis dedos y los llevé hasta mi entrada, la desfloré con ellos y los dejé dentro, sus golpes de cadera forzaban mi mano a entrar en mí y parecía que me estaba follando con mis dedos.
—Por favor, por favor Nico métela. —ya suplicaba y lloraba por tenerle dentro de mí.
Ahora atendió mi ruego, levantó con fuerza mi pierna dejando expedito el camino a mi entrada, necesitó de mi ayuda para que llevara su verga hasta mi ano y la embocara, tiré mi culo hacia atrás y me arrancó un grito cuando su glande entró y quedó aprisionado por los anillos de mi ano.
Mi mano sostenía su verga mientras me iba penetrando, se iba deslizando en ella hasta que hizo tope con los vellos de su base, la retire para que pudiera entrar y tomar posesión de mi recto. Quedé empalado y nuestros cuerpos ...
... eran uno, unidos en ese momento de deleite pleno.
Comenzó a entrar y salir de mí muy despacio, notando como la corona de su glande rozaba las paredes de mi recto y llevándome hasta el cielo. Los vellos de su pecho se pegaban a mi por el sudor que emanábamos, luego sus entradas se hicieron muy fuertes, se debió de cansar de la postura y giró mi cuerpo, enterré mi polla en las sábanas y cubrió mi cuerpo con el suyo, estaba encima de mi entrando y saliendo con fuerza, dominado por su peso suspiraba y veía como apretaba mi verga contra el colchón en sus entradas profundas. A veces se dejaba caer sobre mí para recuperar la respiración y volvía a sus ataques.
Tiro de mis caderas para colocarme de rodillas, con mis manos sobre el colchón y las piernas abiertas para él, lo agradecí porque liberaba mi polla que me dolía de frotarla contra la sábana. Sus testículos habían perdido la dureza de la bolsa y ahora colgaban libres golpeando en los míos con fuerza.
Me sentía muy feliz y veía la posición muy erótica, cuando se apoyaba con el pecho en mi espalda y empujaba sus caderas como si fuera un toro cubriendo a su hembra, deseando cumplir con la naturaleza que le mandaba fecundarla para que la vida siguiera.
Era un momento sublime, sentir sus fuertes, aunque finas manos sujetar mi cintura y caderas, tirando hacía él para entrar y empujando para sacar su polla.
Sin palabras y sin retirarse me dio la vuelta, mis piernas parecían un molinete para adaptar mi cuerpo a sus deseos ...