1. Y si se puede, ¿por qué no?


    Fecha: 23/09/2024, Categorías: Fantasías Eróticas Autor: femerba, Fuente: CuentoRelatos

    ... atracción por el pene de algún hombre. En este caso, Joel tenía un pene medianamente grande, pero muy grueso. Y su glande tenía la figura de un hongo, lo cual cautivaba la atención de mí mujer. Pero, pasadas estas iniciales interacciones, la conversación se volvió algo más trivial y resultamos hablando de todo y de nada, y el tema sexual pareció disiparse por un rato.
    
    Mientras conversábamos, sin embargo, mí esposa se las arreglaba para apretar la mano de Joel y acariciar sus muslos, muy cerca del bulto que ya se insinuaba por debajo de su ropa. Bebimos varios tragos y, curiosamente, Laura estaba bastante bebedora, algo que no es muy usual en ella. He hice la observación, ¡oye! si algo vas a hacer, es mejor que no bebas tanto o vas a echar todo al traste. Tranquilo, me dijo, yo sé lo que estoy haciendo. Me pareció un poco agresiva su respuesta, pero, en procura de no arruinar la velada, preferí guardar silencio y mantenerme a la expectativa. Ya ambos parecían tener claras sus intenciones, pero la cosa no avanzaba, para nada.
    
    Al rato, mí mujer, musita a mi oído. Oye, ¿puedes retirar la mesa? Y, sin decir nada, así lo hice, quedando libre el espacio que nos separaba. Ella, entonces, se colocó de rodillas frente a Joel, soltó su cinturón, abrió el cierre de su pantalón y expuso su pene a la vista de todos, después de lo cual, y más bien apresuradamente, se lo llevó a la boca y empezó a lamerlo por todas partes. Su miembro rápidamente empezó a crecer y endurecerse aún más ...
    ... dentro de su boca, caricia que le excitó sobre manera. ¡Qué dulce lo haces! Dijo él. Ella, habiendo empezado la maniobra, trataba de bajar el pantalón para liberar su miembro, pero la posición en que estaba lo impedía. Entonces, Joel, para facilitar las cosas, se levantó.
    
    Mi esposa siguió de rodillas, frente a él, concentrada en chupar y lamer aquel pene a su entera satisfacción. El hombre, hay que decirlo, estaba entusiasmadísimo porque tal vez suponía que era él quien debía tomar la iniciativa y se había demorado en hacerlo. Y aquel gesto por parte de ella, quizá lo había liberado de tal responsabilidad y ya estaba entrando en el papel de macho, que quizá ella estaba esperando. Y, en ese papel, él la tomo por la cabeza y empezó a guiar sus movimientos para que su pene entrara y saliera de su boca. Él se movía, introduciendo su pene, como si la boca de mí mujer fuera su vagina. Y ella, para nada, rechazaba tal acción.
    
    Aprovechando que el pantalón había caído al suelo, mi esposa, mientras era follada en su boca, acariciaba los muslos y las nalgas de aquel con una delicadeza tal, que excitaba aún más a ese macho mientras arreciaba sus embestidas. Poco después, sin embargo, él se retiró y ella, de inmediato, se fue hacia la cama y se tumbó de espaldas a esperarle. Yo intervine. Ponte el condón, le dije. Lo hizo presuroso y, sin perder tiempo, apartando sus piernas a los lados, la abordó y la penetró con inusitado entusiasmo. Había estado esperando el momento y para nada lo ...