Mis adoradas mujeres
Fecha: 12/10/2024,
Categorías:
Grandes Relatos,
Autor: WadeHolden, Fuente: CuentoRelatos
... ardor, pero sin frenesí. Duramos más de media hora así, ella logró cuatro orgasmos de locura antes que yo me volcara en su maravillosa vagina con todas mis ansias. Y quedamos rotos de tanto amor, abrazados en el sofá, todavía conectados genitalmente, hasta que la naturaleza nos llamó al baño. Después nos acostamos y, abrazados como dos amantes satisfechos, nos quedamos dormidos hasta el amanecer.
Desperté al amanecer y automáticamente miré a la maravillosa hembra que yacía a mi lado, aún dormida, pero con una sonrisa en la cara. Se veía bella, preciosa, estupenda en su total desnudez. Me levanté para ir al baño, pues me estaba reventando y en eso ella también despertó. Continuaba sonreída, graciosa, parecía feliz:
- Buenos días, mi amor, ¿Cómo amaneces? – le pregunté…
- Muy bien, feliz después de los agotadores acontecimientos de ayer – me respondió con una mirada sincera.
- Bueno, ayer acordamos llamar a Orlando y Rosi, para que se nos unan hoy y establecer nuestro nuevo orden, ¿Cierto? – le propuse.
- Si, mi amor, así es… después de ducharme, lo llamo – y se levantó para ir al baño.
Yo, por mi parte, tendría que esperar unas horas para llamar a Rosi, puesto que anoche había salido de parranda y debía estar dormida y hasta enrratonada. Así las cosas, me metí a la ducha con Miriam, para empezar bien el nuevo día.
Luego de un baño bastante alegre, con jabón, caricias y otras cosas, salimos a vestirnos, pero nos quedamos mirando y de pronto, de común ...
... acuerdo, nos tiramos sobre la cama. Esta vez no hicimos el amor como anoche, en su lugar follamos. Si, me la tiré como en nuestros mejores tiempos, con mucha pasión, con fuego de parte y parte. En medio del juego, le metí un dedo por el ano y se estremeció. Tanto que enseguida me pidió que la enculara, por lo que de inmediato le preparé el orto para la inminente invasión. Tomé aceite de bebé para acariciarla en su entrada posterior, para luego introducir ya esta vez dos dedos de primera. Los moví con suavidad hasta comprobar que iba dilatando y entonces metí un tercero. Ese gentil ano de mi esposa empezaba a expandirse, para acoger mi penetración, que por demás sería profunda. Me coloqué un condón, rápidamente y lo introduje por etapas, primero el glande, descanso, luego el glande y un poco más, descanso nuevamente, lo saqué y nuevamente lo introduje, esta vez hasta la mitad. Ella gemía suavemente, nunca fue una hembra escandalosa, pero sus leves gemidos me excitaban mucho. Luego de tenerlo hasta la mitad, lo saqué y lo empujé de nuevo, esta vez se dejó colar casi hasta el tope. Mi mujer emitió un pequeño gritito, mezcla de dolor y placer, como solía pasar. Me dijo que se había desacostumbrado al tamaño de mi pieza.
Una vez penetrada profundamente, empecé con unas embestidas suaves, rociando aceite en el tallo de mi arma, de vez en cuando, para lubricarle bien su anito. Paulatinamente incrementé el ritmo y fue cuando ella decidió tomar el control. Comenzó a darme una culeada de ...