1. Oficialmente cornudo...


    Fecha: 10/12/2024, Categorías: Fantasías Eróticas Autor: femerba, Fuente: CuentoRelatos

    ... en otro mundo, totalmente desconectada del entorno. Yo no pesaba para nada en ese momento. Ella estaba en lo suyo.
    
    Agitó y agitó su cuerpo encima de aquel, gimiendo una y otra vez. De seguro alcanzó, no uno sino varios orgasmos, que se hacían evidentes cada vez que emitía un sonoro y profundo alarido. Mami, te doy por detrás, preguntó él. Sí, papi, si… te siento rico. Vaya, vaya, pensé yo, y hasta me dio un poco de celos. Conmigo eso no pasaba. ¿Cómo así que papi? Ellos, ignorándome totalmente, se fueron acomodando. Mi esposa, que en ese momento era la puta de otro hombre, se puso en cuatro, dejó caer su torso sobre la cama y expuso sus nalgas para que aquel hiciera lo suyo.
    
    Y así lo hizo. El tipo, ni corto ni perezoso, la penetró de nuevo con mucho brío y empezó a bombear dentro de ella con renovadas fuerzas. La penetración tuvo que ser muy profunda, porque mi mujer empezó a gemir casi que de inmediato, mostrando en su cara gestos de placer infinito. Mi hombre, ahora sí, teniendo sometida a mi esposa, alardeaba mostrándome cómo la tenía y lo bien que ella se sentía. Empujaba y empujaba, y sonriente me miraba.
    
    Yo me sentía raro. Por un lado, disfrutaba de aquellas escenas, pero, por otro, me sentía un tanto intruso. ¿A cuenta de qué iba a reclamar algo a mi mujer si yo mismo había propiciado el momento y había hecho de todo para que finalmente se diera? Ciertamente, verla a ella disfrutar con aquel como nunca antes lo había visto en nuestra relación, me despertaba ...
    ... ciertos celos e inseguridades. Y es que ella, en medio de su aventura, ni me miraba. Estaba fascinada con su macho.
    
    El tipo acabó sacando su pene, eyaculando todo su contenido en la espalda de mi mujer, que, al parecer, no se dio por enterada. Había experimentado muchos orgasmos y se mostraba un tanto agotada, así que, volteándose hacia él, le dijo, ¿descansamos un ratico? ¡Imagínense! Supongo que ella no quería que aquello terminara. El tipo se sentó en un sillón, frente a la cama, mientras ella, aún recostada, se recuperaba del ajetreo.
    
    Se pusieron a conversar sobre todo y nada. Ella le preguntaba si frecuentaba aquel sitio, a lo cual él le respondía que había venido algunas veces, pero que el lugar era lo más cercano a donde estábamos. Ella volvía a preguntar que si conocía otros. Él contestaba que en el centro de la ciudad había varios, pero que este lugar, sin ser algo del otro mundo, era de los mejorcitos. Ella volvía a interrogarle que si venía muy seguido. El respondía que no mucho. Cuando se podía.
    
    Pasado el tiempo, el miembro de aquel se volvió a despertar y poco a poco, sin esfuerzo, se volvió a poner erecto. El hombre, tal vez ya imaginaba a mi mujer entre sus brazos, y la sola idea le despertó el apetito. Oye, preguntó a mi mujer, ¿lo hacemos otra vez? Y ella, por supuesto, contestó afirmativamente. Yo estoy cansado, dijo él. Te toca a ti dirigir la orquesta. Así que ella se levantó de la cama, se dirigió a él, y ahí, sentado en el sillón, como estaba, se ...
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