1. Pigmalión


    Fecha: 22/12/2024, Categorías: Erotismo y Amor Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos

    ... Pero sé cual es tu problema - le dijo, mirándola fijamente a los ojos, serio
    
    -¿Sí? ¿Cuál es mi problema? - le dijo, desafiante.
    
    -Que tienes una idea de ti...falsa, equivocada.
    
    -¿Cómo dices?
    
    -Mira, Alba. Estás...gordita
    
    Alba lo miró enfadada. Eso ya lo sabía ella. No hacía falta que ningún... puto, se lo dijera. Se tensó, intentando levantarse, pero él la retuvo.
    
    -Sí, estás gordita. Y piensas que los demás te ven así, como una gordita. Que no le gustarás a nadie...a ningún hombre. Esta sociedad te ha metido en la cabeza a fuego eso. Que para ser atractivo hay que tener 60-90-60. Y eso es mentira. Casi nadie tiene 60-90-60. Cada uno es como es. Y la mayoría son felices. ¿Sabes lo que yo veo al mirarte?
    
    -¿Qu..qué ves?
    
    -Veo a una mujer. Sí, más rellenita que muchas, pero menos que otras. Veo a una mujer hermosa. Tu cara es muy linda, Alba. Tu pelo rojo es precioso. Y no creas que eso sólo lo veo yo. Muchos hombres lo ven. María me lo ha contado. Cómo has ido rechazando uno a uno a todos los que han intentado acercarse a ti.
    
    Alba se quedó callada. Todo lo que John le decía era cierto. Pero era la primera vez que un hombre se lo decía a la cara. Miró hacia el suelo. John le levantó la cara con una mano y la volvió a besar.
    
    -Eres hermosa, Alba. El día que te lo creas, será feliz.
    
    Y besándola, volvió a acariciarle el coñito, ahora sin bragas. La volvió a excitar. Notó como se empezó de nuevo a mojar, a gemir en su boca
    
    -Agggg, ...
    ... John...
    
    -Siente mis dedos...Alba...Déjate llevar...
    
    Eso hizo. Se dejó llevar. Se olvidó de todo y se concentró en el placer que estaba recibiendo. Sentía aquellos maravillosos dedos frotar su coño sin cesar. Se iba a correr otra vez. Y esta vez quería gritar.
    
    Pero cuando estaba a punto de correrse, él paró. Sacó su mano de debajo de la falda. Ella lo miró, implorándole con la mirada que siguiera.
    
    -Te dije que tenía un método para hacerte perder la vergüenza. Crees que tu cuerpo no es bonito. Temes enseñarlo. Pues tienes que hacerlo. Alba...quiero que abras las piernas. Quiero que me enseñes tu coño.
    
    Ella le miró como si le hubiese pedido que se tirara por la ventana.
    
    -Venga mujer. Ya sé que te cuesta. Que nunca le has enseñado la parte más íntima de tu cuerpo a nadie. Pero te aseguro que si lo logras, te sentirás mejor. Será como liberarte.
    
    Le puso la mano en la rodilla. Ella había cerrado las piernas, ahora con fuerza. Empezó a acariciarlas, con suavidad.
    
    -¿No me enseñas tu tesorito? Seguro que es precioso, Alba. Los que más me gustan son los pelirrojos. Me vuelven loco. Enséñamelo. Abre las piernas y desnuda tu alma para mí.
    
    El corazón de Alba latía desenfrenado. En sus sienes sentía el tumb-tumb de cada latido. En su cabeza había una lucha terrible de ideas, de pensamientos. El deseo de hacerlo. El miedo de hacerlo. Todo junto al mismo tiempo. Y John, mirándola, con aquella encantadora sonrisa, acariciando su piel.
    
    Él sintió que la presión de las piernas ...
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