Algunos, con un piropo, abren piernas
Fecha: 01/01/2025,
Categorías:
Infidelidad
Autor: suruminga, Fuente: CuentoRelatos
... presente al compartir la mesa, donde la conversación era escasa y superficial, pues nos unía un vínculo muy débil. En uno de esos almuerzos me sorprendió con una pregunta que se salía de los temas habituales.
- “Tenés otra mujer?”
Estaba por contestarle mal cuando tomé conciencia de que no valía la pena arruinar el momento.
- “Por ahora no, pero pienso que pronto conseguiré una. A qué viene la pregunta?
- “Es que hace más de un mes que estoy viviendo aquí y todavía no me dijiste de compartir tu cama, que es parte del convenio que tenemos”.
- “Es verdad, esa parte del acuerdo no te la pedí. Pasa que después de haberlo incluido me di cuenta que no me convenía”.
- “No entiendo por qué, salvo que tengas otra persona que satisfaga esa necesidad”.
- “Hay dos razones, y ambas pueden tener un efecto negativo para mí. Por un lado está que, teniendo esos momentos de intimidad durante cierto tiempo, vuelva a enamorarme de vos y exponerme al peligro de un nuevo dolor si tu corazón se orienta hacia otro. Por otro lado, como has tenido sexo con varios, de quienes sabés muy poco, es posible que te hayan pegado alguna venérea que yo no tengo ningún interés en contraer”.
- “Estás siendo cruel conmigo”.
- “Yo no, en este caso es cruel la verdad, pues simplemente trato de protegerme de dos peligros posibles que no son invento mío sino reales. Sin embargo, y ahora caigo en cuenta, hay una posibilidad de evitar los contratiempos y además quedar algo satisfecho”.
- ...
... “Y de qué manera?”
- “Cuando las ganas aprieten, te llamo para que me hagás una mamada. El contacto es más impersonal y por la saliva no hay contagios”.
- “Creo que prefiero insultos y no esa frialdad teñida de desprecio”.
Verla caminar hacia su dormitorio con lágrimas surcando las mejillas me dio pena, pero fue nada más que un instante, cuando se hizo presente en la memoria el tiempo de dolor ante el abandono. Durante un tiempo más mi actividad estuvo circunscripta al trabajo, algunos encuentros con viejos amigos, y mi nueva tarea de asador eficiente para amistades de mis patronos. Así profundicé mi amistad con Felisa y Carla pues el trabajo en casa de sus empleadores se dio varias veces.
Un día, Elisa me anuncia que iba a regresar la casa de sus padres porque en ese pueblo le iba a ser más fácil conseguir trabajo recurriendo a algunas amistades. Sin pedir otras explicaciones le dije que le deseaba buena suerte, y cuando le tocó partir la acompañé hasta la puerta, ahí se dio vuelta.
- “No me vas a dar un beso?”
- “Con certeza que no, el recuerdo que quiero conservar es aquel, cuando al besarte, estaba demostrando un amor inmenso que era correspondido. Ahora sos poco menos que una extraña”.
Estando solo en casa pensé en invitarlas a mis compañeras de trabajo a almorzar un domingo. Se presentaron cambiadas respecto de lo usual en los días laborales, la madre con un vestido suelto a media pierna y delgado que permitía vislumbrar su silueta nada despreciable ...